-
MI ESPOSA AL FIN CEDE Y LA PENETRAN
Fecha: 01/12/2025, Categorías: Intercambios Sexo en Grupo Voyerismo Autor: juancaballero, Fuente: SexoSinTabues30
... ¿No te importo?» a lo que respondí que me importaba mucho pero que verla gozar con otro me hacía sentir un placer intenso y que yo sabía que a ella también le iba a gustar. «Pero yo -me contestó- no quiero hacer el amor con otro hombre». «Déjate llevar; quédate tranquila; sólo es una forma más de sentir placer. No hay ninguna traición. Te deseamos los dos y queremos que nos hagas gozar y que lo hagas tú también. Nada se hará que tu no desees.» No respondió. Seguimos bailando. Le acariciaba la espalda por encima del vestido pudiendo notar su brasier y apretaba sus pechos contra el mío, de tal forma que estos parecían querer salírseles del vestido, mientras le decía: «¿Cómo no te van a desear? Míralo allí sentado, mira cómo te mira». Y ella miraba a nuestro compañero que apretaba los labios mientras la miraba lleno de gozo. Yo aprovechaba y la estrujaba todo lo que podía contra mí. Mi polla estaba tiesa y dura y ella debía notarla. Le acariciaba el lindo culito levantándole algo el vestido aprovechando la poca luz y que casi no había gente en el lugar, estaba casi vació o ya estaban en alguna de las habitaciones del hotel pues el ambiente era muy caliente y la noche era joven estaba en esos pensamientos cuando de pronto dijo que me estuviera quieto que estábamos llamando la atención. Le dije: «No, aquí cada uno va a lo suyo. Lo estoy poniendo caliente para ti». «¡Anda déjame!» e intentaba separarse. Pero seguí: «¿Te gustaría que te la metiéramos los dos? ¿Te imaginas una ...
... polla dentro de tu carnosa y mojada vagina y saboreando la mía en tu boca?», le susurraba mientras le mordía el hombro desnudo donde habían empezado a salir marcas. «¡Ay, déjame, déjame, estas loco! ¡No me digas eso! Sus pechos parecían inflamados y sus pezones estaban duros y se notaban tras el brasier y el fino vestido. «¿Vas a dejar que te toque, aunque sea, eh?» le dije, a lo que no me contestó. Se lo volví a repetir y no había respuesta salvo un leve movimiento de negación con la cabeza, pero se dejaba tocar y masajear mientras su piel se ponía de gallina y los escalofríos recorrían su cuerpo. «¡Vamos a sentarnos!» le dije según terminaba la canción con lo que cogida por la cintura y apretada contra mí nos fuimos al sofá. Al sentarse se levantó de nuevo un poco el vestido por encima de la rodilla y cruzó las piernas. Los ojos de él se clavaron allí en el pedazo de muslo que le permitía ver mi mujer. Ella no se atrevía a mirarlo. Quizá iba a tocar una nueva polla ¿cómo la tendría? ¿Qué la obligaría a hacer? Mientras los pensamientos la embargaban la abracé por los hombros y acercándole la cara la besé en la boca apasionadamente. Respondió favorablemente entre sorprendida y deseosa. Lo Miré a él: nos observaba con envidia y deseo, pero no se atrevía a hacer nada. Entonces le cogí la mano y la Puse encima del muslo de mi esposa. Él empezó a acariciarla suavemente nervioso y tímido… Ella reaccionó con rapidez sin dejar de besarme quitándola con brusquedad y bajándose un poco el ...