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Seducida por el Verdulero
Fecha: 07/12/2025, Categorías: Dominación / BDSM Infidelidad Autor: Alma Carrizo, Fuente: SexoSinTabues30
... concentrarme solo en el baile, no podía evitar que ciertos ojos oscuros me buscaran entre la multitud. Pero de eso… todavía no quería pensar. Por ahora, solo estaba ahí, con mis amigas, sintiéndome hermosa. Y sabiendo que la noche recién estaba empezando. La música se había vuelto cada vez más atrevida a medida que la madrugada avanzaba. El salón entero parecía vibrar al ritmo de luces de colores, tragos y risas. Alma seguía bailando con sus amigas, riéndose, los cuerpos pegados, las caderas moviéndose al compás del reggaetón. Pero una a una, las chicas comenzaron a dispersarse. Algunas se iban con parejas, otras con algún amante improvisado de la noche. Y para cuando Alma quiso darse cuenta, estaba sola en medio de la pista, sudada, con la respiración agitada y una sensación ardiente entre las piernas. Fue entonces cuando sintió que alguien se acercaba por detrás. Un aroma a colonia masculina y a campo la envolvió. —¿Bailamos? —dijo José, muy cerca de su oído, con la voz grave. Alma dio un respingo, giró para encararlo. Él estaba impecable, camisa entallada blanca, los brazos tensos bajo la tela. —No sé si es buena idea… —dijo ella, mordiéndose el labio, aunque sus caderas seguían marcando el ritmo de la música. —Claro que es buena idea —contestó él, y puso las manos en su cintura. Por un segundo, Alma se quedó rígida. Pero el bajo profundo de la canción vibró en el piso, en su vientre, y terminó entregándose. Levantó los brazos, dejó que él se ...
... acercara. Empezaron a bailar. Al principio, separados, jugando. Pero la música subió de tono, y José fue acortando la distancia. Sus cuerpos terminaron pegados, pecho contra pecho. Ella podía sentirle el calor, el pulso acelerado, y un bulto duro presionando contra su vientre. —Estás hermosa esta noche, Alma —murmuró José, rozándole la oreja con los labios. —Decíselo a las otras veinte mujeres que te deben estar mirando —contestó ella, fingiendo desinterés, aunque su voz tembló. —Las otras no me importan —replicó él—. Desde la primera vez que te vi, supe que iba a ser con vos. Alma tragó saliva. No quería ceder… pero ya lo estaba haciendo. Una canción nueva empezó: reggaetón lento, con un ritmo marcado y letras descaradas. José pegó aún más su pelvis contra la de ella. Alma ahogó un gemido cuando sintió la presión firme de su erección. Se miraron a los ojos, respirando agitados. Él empezó a mover la cadera, lento, frotándose contra ella sin disimulo. Ella lo imitó. Subió las manos a su cuello. Sus pechos se aplastaron contra el torso de José. Sentía cómo sus pezones se endurecían bajo el vestido ajustado. Todo alrededor era gente bailando igual, o peor. Nadie parecía mirar. —Te voy a volver loca —le dijo José, sujetándola de la cintura, pegándola aún más. —Shh… callate —susurró ella—. Me vas a meter en un quilombo. —Ya estás metida… —le contestó él. La música subió de intensidad, y Alma se rindió. Se giró, dándole la espalda, y empezó a mover ...