La sumisión de Claudia, Cap. 2 - Relatos Eróticos

La sumisión de Claudia, Cap. 2

... collar alrededor del cuello.”

"¿Y entonces qué?"

“Por lo general, termina ahí,” respondió adormilada. “Para entonces, generalmente estoy lo suficientemente excitada como para salir bastante rápido. Ya ves, lo principal es ser ELEGIDA. Ser elegida es prácticamente todo lo que importa, así que soporto todas las sensaciones y manoseos y caricias y las cosas semi-forzadas de chica con chica. No que esas cosas me importen o no…”

"¿Importar qué?" preguntó. “Las sensaciones o los manoseos o las…”

“NADA de eso, macho imbécil.” Ella le pellizcó el costado juguetonamente. “Es lo que tenemos que pasar para ser elegidas. Los hombres no solo quieren saber cómo nos vemos o nos sentimos, sino también qué hacemos... cómo reaccionamos ante todas esas cosas. Así es como nos eligen.”

“Pero ni siquiera sabes quién te eligió o qué aspecto tiene.”

"Eso es cierto," ella estuvo de acuerdo. “Pero eso se añade a la fantasía. NO sé quién me eligió, y no sé qué planea hacer.”

“¿Así que la incertidumbre te resulta excitante?” La sintió temblar.

"¡Oh sí!" Enfatizó. “¿Será amable o cruel? A veces puedo hacerme una idea por la forma en que me pone el collar o con qué fuerza tira de la correa para que me mueva.”

“Dijiste que usualmente termina ahí. ¿Qué sucede cuando no termina ahí?”

Se encogió de hombros. "Eso depende. Me llevan a otra habitación. A veces está cerca, a veces es una larga caminata hasta alguna parte remota de la mansión. Sé que hemos llegado cuando escucho ...

... una puerta grande y pesada cerrarse detrás de mí.”

“Mmmm…” comenzó a acariciarle la espalda suavemente. "¿Y entonces qué?"

“Te estás excitando con esto, ¿verdad?” preguntó ella.

"¿Cómo puedes saberlo?" respondió en broma.

“Oh…pequeñas cosas,” respondió ella. Él sintió los dedos cerrarse suavemente alrededor de su polla. "Solo puedo decirlo."

Tuvo que reírse. “Pero entonces, ¿qué, Red? ¿Qué te hace en esa habitación privada?”

“Ah…” vaciló antes de continuar. “No te lo dije… a veces me llevan por largos tramos de escaleras. Cuando siento piedras frías bajo mis pies en lugar de una alfombra gruesa, sé que me han llevado a un sitio oscuro, a un sótano oscuro. A veces puedo oír a otras mujeres gemir o gritar, pero débilmente, como si estuvieran detrás de gruesas puertas de madera. Creo que es una especie de mazmorra, y entonces me asusto un poco. Pero no hay nada que pueda hacer al respecto ahora. En realidad, no había nada que hacer una vez que accedí a venir aquí. Lo supe todo el tiempo.” Sus dedos, delgados y fuertes, se cerraron con más fuerza alrededor del eje de su pene y comenzaron a acariciarlo lentamente. Él podía sentir cómo se hinchaba y endurecía.

"Ahhh... Red..."

"Silencio," le riñó ella. Sus dedos seguían acariciando y apretando. "Déjame terminar. Puedo oír voces de otros hombres, a mi alrededor, pero están hablando en voz tan baja que no puedo distinguir lo que están diciendo, o cuántos son. Entonces siento que unas manos fuertes y duras me ...