LA PRISION - Relatos Eróticos

LA PRISION

Eran las seis de la mañana y el frío me calaba los huesos, otro dia iba a comenzar, otro dia lleno de rutina y aburrimiento, lentamente me levante y estire mis doloridos huesos, mire a mi alrededor y sin pensarlo mucho comencé con mi rutina de ejercicios, en realidad había muy pocas cosas que pudiera hacer en este maldito lugar, las paredes sucias, con muy poca luz durante el día y las noches llenas de gritos, miedos y negras, muy negras, las rejas nos enseñaban sus años de trabajo sin descanso, despintadas, manchadas con el sudor de manos de cientos o miles de infelices sin esperanza, las que otrora fueron grises y brillantes, ahora el óxido las comía lentamente, como a todos nosotros, pese a eso aun cumplian muy bien su cometido, aún eran rígidas, frías y fuertes, los sonidos se amplificaban en ese maldito pasillo, tras las rejas, cada paso dado por un guardia se sentía como un puñetazo en el estómago, hacía ya tres años que la prisión nacional de Ascochingas era mi hogar, lo peor de todo es que no sabía cuanto tiempo deberia esperar para salir de este lugar, de este encierro, de esta soledad, ese imbécil vestido con una negra túnica me había sentenciado a prisión perpetua, ese era el peor de los castigos, tres, cinco o diez años pasan, también pasan treinta, pero cuando la muerte es tu única posibilidad de libertad la angustia te llena el alma, o acaso alguien sabe cuando ese fantasma huesudo con una hoz en sus manos vendrá a buscarnos?

Yo soy culpable, soy un ...

... asesino, es verdad, pero no asesine a sangre fría, asesine por amor, aun hoy recordando donde empezó todo puedo sentir en mi pecho el odio, el miedo, la angustia, la desilusión, la traición, la falta de respeto, y todos esos sentimientos tenían una cara y un nombre, por eso me convertí en un chacal asesino, por eso maté, no por placer, sino porque fui traicionado, aun hoy puedo escuchar sus súplicas, sus ruegos, a veces me despierto en las noches sintiendo como ese liquido caliente y rojo salpica mi rostro, merezco estar en este lugar, porque nunca me arrepentí de lo que hice y lo peor de todo es que lo volvería a hacer.

Tengo tiempo, mucho tiempo, jaja, en realidad tengo el resto de mi vida para contarles todo, primero voy a presentarme, me llamo Ramiro Augusto Funes, soy abogado como mi padre y mi abuelo, soy hijo, esposo, padre y asesino, tengo 36 años de edad.

MI NIÑEZ

Era el único hijo de un matrimonio tradicional, mi padre era un hombre serio que se dedicaba a la abogacía, mi madre era una señora ama de casa, vivíamos en una casona de la capital, amplia con muchas habitaciones y dos patios grandes llenos de malvones y madreselvas, también había un limonero grande que me encantaba mirar de niño cuando con sus flores blancas y amarillas nos indicaba el nacimiento de nuevos frutos, los gorriones hacian nidos en los rincones del tejado, sus baldosones de cementos rojos y blancos transformaban al patio en un tablero de ajedrez, en mi mente de niño se libran terribles ...