1. Quiero un camionero


    Fecha: 18/12/2025, Categorías: Transexuales Autor: Maesu, Fuente: CuentoRelatos

    ... diciéndome las cerdadas más abyectas, proponiéndome pajas por teléfono, videollamadas calientes, e incluso quedar en persona saltándonos la cuarentena.
    
    Veinteañeros cachas que me mandaban fotos de sus cuerpos musculados y sus pollas imponentes, estudiantes universitarios que me enviaban vídeos en los que se la cascaban sin cesar mirando mis fotos, abueletes casados que me pedían que les insultase y les humillase, cincuentones salidos que me amenazaban con abusar de mi, tipos siniestros que afirmaban que me iban a castigar por puta, gitanos chulos que me ofrecían sin rodeos prostituirme con sus primos, maricas de armario que me suplicaban que les enseñase la polla, divorciados solitarios que me proponían noviazgo e incluso matrimonio… Literalmente de todo.
    
    Pero los que más me escribían, los que más me llamaban, los que más me atosigaban con sus atenciones, eran los camioneros: hartos, supongo, de noches solitarias en ruta, cansados de dormir en la cabina y ducharse de cualquier manera, de cumplir con sus servicios esenciales mientras el mundo parecía irse a la mierda, quizá encontraban en mí, que también, como ellos, aunque por otros motivos, era una especie de persona fuera del mundo “normal”, una fantasía que les evadía de sus problemas, una compañera de la clandestinidad (todos sin excepción siempre necesitaban la máxima discreción, y quién va a ser más discreto, por la cuenta que le tiene, que un gordo casado y con tatuajes que se disfraza de puta con la ropa ...
    ... interior de su mujer).
    
    Con algunos de ellos solo me intercambiaba uno o dos mensajes, con otros sostenía largas conversaciones lujuriosas por mensajes, con otros hacía videollamadas en las que me exhibía de la manera más lúbrica que se me ocurría mientras veía cómo se masturbaban diciéndome guarrerías. Tantos me preguntaban por mi nombre de chica que me puse uno: Vanessa.
    
    De los nombres de todos aquellos tipos que me mantenían prácticamente todo el día en un estado alterado a mitad de camino entre la excitación sexual, el morbo enfermizo y la sensación de culpa no recuerdo ninguno. En mi memoria sus caras, sus pollas, sus cojones, sus cuerpos, las secuencias de sus miembros eyaculando, el sonido de sus jadeos embrutecidos, todo se entremezcla en una vorágine confusa en la que suena, a veces, de fondo, la canción aquella del camión. Cosas de la mente humana, supongo.
    
    Al acabar el confinamiento ya no me vi capaz de eliminar a Vanessa y reducir mis escarceos con el travestismo a robarle alguna prenda a mi mujer y ponérmela a escondidas mientras ella iba a la compra, así que por ese y otros motivos rompí mi matrimonio y empecé a vivir a mi aire. Al principio me pasaba casi todo el tiempo de soledad en casa vestido con las prendas de un modesto armario que me hice con lencería de sex shop, tangas y medias del chino y un par de cosillas que le escamoteé a mi ya exmujer cuando nos separamos. Supongo que necesitaba sentirme libre para hacerlo. Poco a poco la vergüenza fue ...