1. Parte 4: Fuego en la entrega: La masculinidad


    Fecha: 20/12/2025, Categorías: Bisexuales Autor: Ana Castillo, Fuente: TodoRelatos

    ... mezcla de orgullo y excitación. "Míralos, Marco. Son perfectos juntos". Y luego, con un movimiento fluido, Marco tomó a Miguel por la cintura y lo acercó a él. "Vamos a divertirnos", susurró al oído de Miguel, su aliento cálido contra su piel.
    
    La habitación se llenó de una tensión eléctrica. Marco desabotonó su camisa, dejando al descubierto un pecho cubierto de vello oscuro. "De rodillas", dijo, y Miguel no pudo resistir la orden. Se arrodilló, sus manos temblando mientras alcanzaban el cinturon de Marco. La presencia dominante del hombre lo envolvía, y aunque una parte de Miguel aún dudaba, el calor en su interior lo empujaba a seguir. Camila, sentada en un sillón cercano, los observaba con una mezcla de fascinación y deleite, sus piernas cruzadas y un brillo travieso en los ojos.
    
    El placer de la entrega
    
    Miguel, con manos temblorosas, desabrochó el cinturón de Marco y bajó su cremallera, revelando la evidencia de su deseo. La voz de Camila rompió el silencio: "Hazlo, Miguel. Dale lo que quiere". Él obedeció, llevándose a Marco a la boca con una mezcla de timidez y hambre. La sensación era abrumadora: el peso, el calor, la textura. Marco dejó escapar un gruñido bajo, sus manos aferrando el cabello de Miguel con una firmeza que no admitía resistencia. Cada movimiento era un recordatorio de quién tenía el control, y Miguel, perdido en la intensidad, sintió que su propia excitación crecía, alimentada por la sumisión.
    
    Camila se acercó, sus dedos rozando el hombro ...
    ... de Miguel mientras lo alentaba. "Así, Miguel, eres perfecto. Mira cómo lo disfrutas". Sus palabras eran un bálsamo, disolviendo la culpa que aún rondaba en su mente. Marco, con una mano en la nuca de Miguel, lo guiaba con un ritmo implacable, cada vez más profundo, hasta que el placer de ambos llenó la habitación con un silencio cargado.
    
    Luego, Marco lo levantó con una fuerza que lo hizo jadear y lo llevó hacia el sofá. "Ahora, te haré mío", dijo, su voz un rugido bajo. Miguel, vestido aún con los shorts ajustados y la polo blanca con filos negros, sintió que su cuerpo temblaba de anticipación. Camila, siempre presente, le susurró al oído: "Déjalo, Miguel. Esto es lo que eres. Estás hecho para ser tomado". Sus palabras eran un hechizo, y Miguel, con un asentimiento apenas perceptible, se rindió por completo.
    
    Marco lo preparó con una precisión que era tanto dominante como cuidadosa, sus manos grandes explorando con lubricante, abriendo camino con una mezcla de urgencia y control. Cuando lo penetró, fue un impacto: una presión intensa, un calor que lo llenaba, una posesión que lo hacía gemir sin control. Las embestidas de Marco eran profundas, rítmicas, reclamándolo con una fuerza que disolvía toda resistencia. Miguel, con los ojos cerrados, sentía cada movimiento como una ola que lo arrastraba, su cuerpo respondiendo con un placer crudo, visceral. Los shorts ajustados, aún puestos, se tensaban contra su piel, un recordatorio constante de su feminidad, del rol que había ...