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Amor en criptomonedas V
Fecha: 23/12/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Peter28, Fuente: TodoRelatos
Amor en criptomonedas V El rugido constante del motor acompañaba cada kilómetro como un mantra. La carretera se abría ante ellos, flanqueada por pinos y campos dorados que se extendían hasta perderse en el horizonte. Fred conducía con una mano sobre el volante y la otra descansando en el apoyabrazos. De fondo, en la radio, sonaba Pink Floyd, Coming back to Life (regresando a la vida) Alan tenía la frente apoyada contra el vidrio, los ojos entrecerrados, sintiendo cómo el calor del sol que se filtraba por la ventana se mezclaba con la brisa del aire acondicionado. El mundo parecía calmarse. O tal vez él estaba demasiado cansado para seguir sintiendo. —¿Te gusta esta canción? —preguntó Fred, sin apartar la vista de la carretera. Alan asintió. —No la conocía… pero en sus letras hablan de esperanza, de renacimiento. —Mi viejo escuchaba esta banda cuando se sentía solo —dijo Fred con una media sonrisa—. Me decía: “la vida es complicada, hijo. Solo sé tu mismo, se feliz”. Se me fue el año pasado a sus 78 años y creo que el no lo fue. Alan sonrió por dentro. Había algo en Fred que no necesitaba explicación. Era crudo, sí, pero también honesto. Y eso era lo que más había extrañado últimamente: personas que no pretendieran nada. Con una parada de 45 minutos, sumaban 9 horas desde que habían salido de aquella gasolinera en Maine —¿Quieres llamar a alguien? —preguntó Fred de repente—. No vi que tuvieras móvil. Y seguro alguien está preocupado por ti. Alan ...
... giró la cabeza lentamente. —Jackson… mi mejor amigo. Él piensa que estoy en la villa. —¿Quieres llamarlo? Fred sacó su móvil viejo y robusto del salpicadero y se lo tendió. No era un smartphone moderno, sino uno de esos con teclado físico y pantalla pequeña. —¿Tienes saldo? —bromeó Alan, sin mucha energía. —Siempre tengo saldo. Mi hermana me lo recarga todos los meses, aunque no se lo pida. “Por si te mueres en la carretera”, dice. Alan tomó el teléfono, respiró hondo y marcó el número de memoria. Sonaron tres tonos. Luego cuatro. Estuvo a punto de colgar, cuando la voz de Jackson irrumpió al otro lado con urgencia: - hola Jack —¿¡Alan!? ¡¿Dónde estás, maldita sea?! ¡¿Estás bien?! Alan tragó saliva. La voz de su amigo lo atravesó como una aguja en el pecho. —Estoy bien, Jack… Estoy bien. —¿¡Dónde demonios estás!? ¡Margaret me llamó llorando, diciendo que te fuiste, que no la esperaste! ¿Qué está pasando? Alan cerró los ojos un instante. —Necesitaba irme, Jackson. Salir de allí. Pensar. Respirar. —¿Estás solo? —No exactamente. Estoy con un camionero y ahora amigo, llamado Fred. Me está llevando a Miami. Hubo un silencio al otro lado de la línea. —¿A Miami? ¿Estás loco? —No. Por primera vez en días, creo que no lo estoy. Jackson suspiró largo, como si estuviera peleando consigo mismo. —Margaret está hecha polvo. Dice que lo lamenta. Que no sabía lo que hacía. Que fue una estupidez lo del jacuzzi y Eric. No me lo contó, ...