Historia 65 - La Vida en la Granja - Relatos Eróticos

Historia 65 - La Vida en la Granja

Historia 65 - La Vida en la Granja

Bethany sonrió nerviosamente mientras se detenía en el estacionamiento del personal de Sweet Milk Farms, preparándose para otro día de su fascinante pero nunca agotadora pasantía.

La estudiante de medicina de veintidós años se estaba abriendo camino para convertirse en doctora, después de haber terminado como la mejor estudiante de su escuela secundaria y graduarse summa cum laude de la universidad la primavera pasada. Y lo que es aún más impresionante, se las había arreglado para evitar un collar todo ese tiempo, incluso cuando amigas y rivales por igual habían caído presa de los señuelos y las trampas que se tendían a las mujeres jóvenes y que conducían inexorablemente a la esclavitud sexual de los hombres.

Parte de su estrategia para mantener un collar lejos de su cuello y la polla de un Amo fuera de su coño virgen había sido evitar, en la medida de lo posible, los peligros de la vida como mujer en los estados esclavistas. Había evitado los equipos de atletismo, en los que con demasiada frecuencia se esclavizaba a las chicas que perdían alguna competición, o se regalaban a los chicos victoriosos de otro deporte. No iba a fiestas, no se había unido a ninguna hermandad, se saltaba las excursiones a clubes nocturnos y bares donde otras chicas se encontraban encadenadas y marcadas por cualquier problema menor, reducidas a propiedad por el mero hecho de haber intentado tener una noche divertida en la ciudad.

Había significado una ...

... vida bastante seria a veces, pero segura. No podía eliminar por completo el riesgo de ser esclavizada de su vida, no cuando un traficante ilegal podía secuestrarla y venderla en algún mercado ilegal como le había sucedido a una de sus hermanas, incluso un agente de las patrullas de recolección de esclavas aburrido podía detenerla por cargos imaginarios si llamaba la atención. Ser mujer significaba que la posibilidad de la esclavitud siempre estaba ahí. Pero lo minimizó en la medida en que pudo.

Por eso se había mostrado reacia a aceptar esta pasantía. Una de sus principales reglas todos estos años había sido estar alejada todo lo que fuese posible de esclavas, a excepción de su madre y sus tres hermanas mayores, con las cuales a pesar de que todas ellas usaban collar mantenía una cercana relación. Había perdido el rastro de buenas amigas cuando las enviaban a burdeles estatales o las vendían en subastas para que pasasen la vida como el juguete sexual de un hombre.

Pero Sweet Milk Farms, como muchas otras lecherías en todo el país, no utilizaba la forma tradicional de ordeñar vacas, cuyo nombre científico era ‘bos taurus’. No, utilizaba grandes manadas de homo sapiens hembras, alteradas por la química y la biología y convertidas en las coloquialmente llamadas hucows.

Pasar todos los días con chicas desnudas con tetas abultadas (o ubres, su nombre oficial dado el propósito previsto en la granja) no era realmente su idea de minimizar el riesgo.

Pero la pasantía era ...