Compañera de viaje. De viajar juntos a compartir la cama, un salto de calidad
Fecha: 13/02/2019,
Categorías:
Masturbación
Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos
El ajuste, producto de los cambios económicos, nos pega duro a todos, limitar el consumo, por un tiempo decidí dejar de usar el auto como primera medida de disminuir los gastos, viajando en colectivo (bus). Por las mañanas, concurría a la parada más cercana y viajar, no tan cómodo pero sí más económico.
Se viaja muy apretado, abundaban las “apoyadas” de los tipos con las mujeres que van a sus trabajos, que desde ahora sería mis compañeras de viaje. Llevaba viajando una semana, casi siempre a la misma, y por eso mismo los pasajeros casi se repiten día a día.
Casi siempre al llegar a la parada del bus, estaba ella. Alta, joven, cabellos muy negros y tez muy blanca, carita redonda, nariz y boca pequeñas y sensuales. Bonitas piernas en tacos altos daban soporte a una figura voluptuosa a pesar de la discreción en la indumentaria, casi diría que podría tratarse de una secretaria o funciones parecidas, a juzgar por los modales y forma de vestirse. A cara lavada y pelito que siempre parecía salido de la ducha: Una delicia para los ojos, y además su presencia me mantenía activo el pensamiento súper erotizado imaginando mil y una formas de poder abordarla e intentar seducirla, aunque se tratara solamente de un juego del intelecto que no estaba en mis planes concretarlo, pero de todas maneras nunca digo nunca del todo, el instinto de cazador furtivo es algo que me mantiene todo el tiempo alerta.
La cara iluminada por un par de ojos color miel, salían chispitas cuando ...
... cruzamos miradas, creando un lenguaje cifrado para decirle cuanto me atraía. Creo que me entendió, a partir de esa mañana nos miramos de otro modo.
Esa mañana, nos ubicamos un poco más cerca en el interior del bus, trás de ella se ubicó un tipo, mal entrazado y creo hasta con olor a sudor, que sin mucho disimulo se “la estaba apoyando”. Me hice cargo de la incómoda situación que le tocaba, nos miramos y ahí mismo le dije:
—Susana venite para acá que vas a estar más cómoda, señalando mi lugar.
—Voy, ¡permiso, permiso!... -llegó abriéndose paso entre los viajeros hasta situarse junto a mí.
Se ubica donde le indico, justito delante de mí, gira la cabeza y sonriendo y en voz baja me dice:
—¡Gracias por la ayuda!
El favor de evitarle una situación incómoda nos permitió continuar el viaje, hablando como viejos conocidos. Los pasajeros, al desplazarse hacia la puerta de salida nos desplazaban a todo en su premura por bajar, tanto que ahora por el movimiento del pasaje yo fui apretado contra las nalgas de la mujer. Quedamos tan apretados como estampilla al sobre. Permanecí en esta “cómoda” situación mucho más tiempo del necesario, el traqueteo del viaje y el hermoso trasero hicieron que el “amigo” de abajo tomara decisiones propias y se hiciera sentir entre los glúteos de la compañera de viaje. La sonrisa cómplice de mi compañera de viaje parecía decir que todo estaba bien, como el visto bueno de una posición que tampoco le incomodaba. Sin cambiarnos de posición, llegó a ...