1. 41.2 Gonzalo en Lille


    Fecha: 13/02/2019, Categorías: Grandes Relatos, Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    ... besos al principio suaves y luego llenos de pasión.
    
    -Daniel, mi pequeño, mi amor, estas tan guapo. –sujeta mi rostro entre sus manos y luego besa mi frente. Suena su móvil y lo lleva a su oído.
    
    -No tienes que preocuparte, podéis ir tranquilos, tus niños y vuestras mujeres no me perdonarían el pasar el fin de semana sin sus maridos, no es necesario que volváis a recogerme, ya he reservado mi billete para el domingo. –se despide y me mira enarcando sus cejas.
    
    -Lo desconecto, de otra forma no nos dejarán tranquilos. -sus brazos me rodean con fuerza en un abrazo muy estrecho, busco sus labios sin cansarme de ellos.
    
    -Gonzalo, estos días me han parecido un año. –aún no me he quitado mi abrigo y él me lo va retirando.
    
    -Lo primero de todo quiero verte, a veces me gustaría cansarme de mirarte pero no puedo, te deseo Daniel. –me besa hasta ahogarme y me lleva fuera del pequeño hall hacia la habitación, retiro mis zapatos empujándolos con mis pies. Y tiro de él para caer sobre la inmensa cama.
    
    Nos besamos apasionados mientras nos quitamos la ropa hasta quedar desnudos, se aleja para mirarme y caer sobre mí para besar de mi cuerpo lo que le ha llamado la atención, mis tetillas o mi vientre, o todo, todo él.
    
    -Te adoro, te quiero tanto. –y besa, y vuelve a besar sin parar mi pecho, mi abdomen y lame lujurioso mis tetitas para volver a mis labios.
    
    Estoy encima de la cama y tumbado boca al cielo, con mis piernas en sus hombros, él encima de mí me penetra a ritmo ...
    ... lento, ambos desnudos, disfrutando de la visión de nuestros cuerpos, entrando y saliendo de mí mientras nos sonreímos dichosos.
    
    A mi derecha un inmenso espejo conforma las puertas del armario, llega desde el suelo hasta el techo, basta que gire la cabeza para verle como se hunde en mí y me penetra con su pene tan enorme que no sé cómo puede entrar en mi cuerpo.
    
    Pasa su pecho sobre el mío a muy pocos centímetros, su lento entrar y salir parece un acomodar su potente virilidad a mi recto con pequeños y cortos empujones de su pelvis.
    
    Quiere sentir mi calor que envuelve su verga, y es su roce en mi ano el que me lleva de su mano a otros mundos. Disfrutaba de su fricción en mi entrada y en mi recto, notaba cada detalle de su verga, su abultada vena superior cuando su pene, sin piedad, atravesaba mi cuerpo.
    
    No es así, pero me parecía sentir que era la primera vez en que mi ano se estiraba tanto. La imagen que reflejaba el espejo era impresionante e impactaba mi consciencia, su gran tamaño a pesar de su delgadez, con sus espaldas tan anchas y sus brazos tan potentes sobre mí, que, encogidas mis piernas a sus costados, parecía un niño a pesar de tener la misma edad, sus piernas, arrodillado ante mí, se flexionaban para entrar y salir de mi cuerpo, semejaban torneados muelles donde sobresalían sus tendones como si fueran de acero.
    
    Mis manos tan finas y delicadas acariciaban sus largas y varoniles pantorrillas tirando de ellas para que entrara más, era innecesario pero el ...
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