1. Jubilados


    Fecha: 15/02/2019, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    ... lado. En ese momento ya hay al menos tres o cuatro parejas mirándolos. Después de varios minutos en los que ambos tíos se besan en la boca con ella y entre sí, empiezan a comerle las tetas, pequeñas, altas, duras, como si se tratara de dos limones puestos de punta con pequeños pezones. No se quedan con las manos quietas porque le dan un buen repaso al coño depilado y al culo redondo, pequeño, fino, bonito, un poco masculino, de Ingrid. Casi siempre se incorporan de las toallas y uno de los hombres se sienta en alguna de las rocas de alrededor, de manera que la hembra introduce la polla en el coño sentándose sobre él, dándole la espalda. Es ella quien dirige la situación y mientras se mueve sobre el falo sigue tocando la polla y testículos del otro hombre. Cambia varias veces de polla, siempre en la misma postura, es ella la que se toca el clítoris y quien primero se corre.
    
    Mientras la mujer descansa, los hombres se besan y tocan el uno al otro, lentamente, para mantener la polla tiesa a la espera que Ingrid se arrodille ante los dos puestos en pie y se la chupe, pasando de uno a otro tras unos cuentos lametones. De las lamidas pasa a mamar ambos capullos muy deprisa, con mucha saliva, muy guarramente, ayudándose de las manos en un sube-baja rápido y constante. Los dos tíos se besan todo el tiempo y es Sven quien se corre primero, dejando la cara y el pelo de Ingrid llenos de churretones de semen. Klaus tarda más y le resulta más fácil cuando su mujer le mama el capullo y ...
    ... el novio juega con su ano. No los he visto darse por el culo en la playa, aunque en fiestas sexuales que se organizan algunos fines de semana fuera de la temporada de verano, Klaus es verdaderamente feliz cuando tiene gente a su alrededor mirando cómo le encula Sven —tiene un pollón tremendo— e Ingrid le come la polla. Será el ruido del mar o la distancia desde donde los suelo ver o, lo más probable, que yo estéa lo mío con la mujer con quien haya estado mirándoles, pero parece como si se corrieran los tres en silencio. No sé, son callados para todo.
    
    Lo de la antena es fácil y lo dejo solucionado rápidamente al simbólico precio de diez euros. Yo voy vestido casi siempre, con bañador o pantalón corto y camiseta, excepto en la playa y a veces en casa, pero es habitual encontrarse con los vecinos desnudos por la calle. Si me encuentro con Gina me llevo una gran alegría y además me empalmo en un santiamén. Esta simpática italiana —desde niña ha vivido en Suiza trabajando como enfermera— es un bombón de cincuenta y cinco años que ostenta el título oficioso demiss tía buenade la urbanización. Guapa y maciza como las mujeres de las revistas para hombres, vive con su madre, muy mayor, delicada de salud, y una prima que la atiende. Fuera de su casa se pasea desnuda, gracias a los dioses, y es el tipo de mujer que satisface mis ideales estéticos, hablando en plata, ese cuerpazo me pone la polla como el mango de una pala.
    
    Morena de piel y de pelo, muy negro, largo, brillante, con ...
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