1. Un hombre encandilado por la belleza de una joven


    Fecha: 20/02/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Manteufel, Fuente: CuentoRelatos

    ... sentirse una vagabunda, que eran unos roñosos... Al final su madre se echó a llorar, y Mónica se ganó un (bien merecido) bofetón. Así acabó el tema, pero entendí la situación de esa chica. A su edad se encontraba excluida, no podía llevar todos los objetos de consumo que la integrarían en la "normalidad", y se sentía como fuera de su grupo. Eso puede ser muy duro, y si no pregúntenselo a jóvenes de esa edad. Por cierto, no es que yo fuese un chismoso, es que vivo justo encima de ella, y la discusión se mantuvo en un tono de voz muy elevado.
    
    Esos dos elementos, al combinarse, crearon un coctel de lujuria que me sedujo. Yo tenía un dinerito del que nadie sabía, Mónica estaba rabiando por un extra dinerario, y no me quedaban demasiados años de vigor sexual. Tuve remordimientos, que fueron acallados por las erecciones que experimentaba pensando en poder acceder a los secretos del cuerpo de mi vecinita. Pronto mi mente se llenó de planes sobre cómo hacerle una propuesta que no rechazase, como evitar que otros pudiesen enterarse de si algo ocurría... No me costó demasiado llegar a una conclusión. Conocía los hábitos de esa familia a la perfección. Sus padres trabajaban hasta tarde. Sus hermanos los martes tenían entrenamiento de futbol. Así que esa tarde, y solo esa, Mónica llegaba a casa sola, y así permanecía durante unos noventa minutos. No podía llevar a su novio a casa, que lo tenía como es obvio siendo tal belleza, ya que su previsora madre tenía dicho a una vecina que ...
    ... vigilase no entrase en casa con el chico en esa tarde en que estaba sola, ya se sabía como eran los jóvenes. Su santa madre debió tener en cuenta como éramos los maduritos. Mónica entraba en el portal, revisaba si había correo, y entraba en la casa. Esa era mi vía de acceso a ella.
    
    Un martes por la tarde, cuando no había ningún miembro de la familia en el domicilio, metí con todo disimulo sin que me viese nadie un sobre en su buzón de correos, un sobre blanco y sin señas identificativas. En él estaba escrito a máquina un simple "para ti". Y dentro, un billete con el equivalente actual a unos 50 euros. No es mucho, pensarán, pero para Mónica eso equivalía a una cantidad no desdeñable. Cuando ella entró en su casa, bajé al cabo de un rato, y comprobé que había recogido el sobre. Repetí la operación el martes siguiente. Una semana más tarde el sobre contenía el equivalente a 100 euros. Entonces los jóvenes no manejaban las mismas cantidades que hoy en día. Eso ya eran palabras mayoras. Lo mismo el martes siguiente. Ya eran cuatro sobres en cuatro martes distintos, y seguro que ya se había acostumbrado a disponer de algo más de dinerito. Calculé que la curiosidad y la codicia debían estar en el punto adecuado. El siguiente sobre contenía el mensaje que podía llevarme al hospital, o al cielo. No había dinero, y solo decía lo siguiente: "Si quieres 200 euros, acércate al parque de (censurado), cerca de la estatua verde. Tranquila, solo quiero decirte algo en un lugar público lleno ...
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