1. Desafío de galaxias (capitulo 10)


    Fecha: 22/02/2019, Categorías: Incesto Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    La gigantesca nave bulban aterrizó cerca de la orilla del lago, en una maniobra lenta y perezosa, y se aposentó sobre sus cuatro poderosas patas retractiles envuelta en nubes de plasma. Al hacerlo, los cientos de largas agujas que la rodeaban vibraron con el impacto. Un portón ventral se desplegó hasta alcanzar el suelo, y por él, descendieron cuatro soldados armados que tomaron posiciones en las inmediaciones. A continuación, otros cuatro soldados bajaron arrastrando dos gruesas mangueras que llevaron hasta la orilla introduciéndolas en el agua, después de apartar la maleza que crecía en abundancia.
    
    Desde varias posiciones cercanas, las fuerzas especiales españolas del teniente J.J. Gómez, acechaban, sin ser vistos, los movimientos del enemigo. Hacia una semana que los bulban habían llegado por el portal y tres días que visitaban ese lugar para abastecerse.
    
    Dos días antes, J.J. entró en el camarote que servia de despacho al general Martín, que en ese momento estaba reunida con su nuevo jefe de estado mayor, el general Clinio.
    
    —Siento interrumpirte, mi señora —se excusó el teniente—, pero es importante lo que tengo que decir.
    
    —Muy bien, no te preocupes. Cuéntame.
    
    —Al día siguiente de que me ordenara capturar una nave enemiga, logramos infiltrar un grupo de observación en Karahoz.
    
    —¡Fantástico! ¿Qué has descubierto?
    
    —Hemos descubierto que el enemigo se aprovisiona de grandes cantidades de agua.
    
    —¿Agua? —preguntó Clinio extrañado.
    
    —¿Y dices que en ...
    ... grandes cantidades? —preguntó también Marisol.
    
    —Siempre la cogen del mismo sitio, un gran lago en el hemisferio norte. Al ritmo actual de extracción, calculamos que lo secaran en cinco o seis días.
    
    —¿Para que querrán tanta agua? ¿Tendrá que ver con su biología? Recuerda que provienen de los anfibios, —razonó Marisol.
    
    —O que su tecnología se basa en la fusión del hidrógeno, —argumentó Clinio—. ¡Joder! Vete a saber.
    
    —Si, si, todo eso es muy fascinante, —intervino J.J. un tanto impaciente— pero me ha traído aquí otra cosa. Creo que podemos hacernos con una de sus naves.
    
    —No sabemos cuántos tripulantes tienen esas naves, —apuntó Clinio.
    
    —Si, hay que tener cuidado.
    
    —Con el grupo que entraremos está tarde en el planeta, seremos 45.
    
    —Y si la apresas, ¿cómo piensas traerla? —preguntó Marisol—. No tenemos ni idea de cómo funcionan esas naves.
    
    —Tengo una piloto comercial, por supuesto española, que me asegura que es capaz de hacer volar cualquier cosa, y si no podemos traerla la destruimos y una menos.
    
    —De acuerdo, adelante. Coordínate con Clinio, quiero presenciar la operación en tiempo real.
    
    —A la orden mi señora.
    
    Los cuatro guardias paseaban con sus armas de la mano de una manera bastante distraída, mientras que los de las mangueras charlaban animadamente en un idioma incomprensible. Por las cámaras, Marisol vio como dos soldados armados con arcos disparaban dos flechas y abatían a dos de los guardias. Rápidamente, volvieron a disparar abatiendo a ...
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