1. La vecina madura de mi abuela


    Fecha: 06/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Sconvix, Fuente: CuentoRelatos

    ... caminito empedrado que llevaba de la puerta del jardín hasta el porche de la casa misma, cuando mi abuela apareció y se dirigió enérgicamente hacia mí con los brazos abiertos. Me estrujó entre los mismos y me comió a besos. Se trata de una mujer de unos setenta años, pelo blanco, ojos azules, oro por todas partes (incluso en un par de dientes), de figura normal y muy sonriente.
    
    Todo transcurrió con normalidad: almuerzos, cenas, diálogos estúpidos, etc. Mi estancia allí durante el primer día fue de lo más normalita e hipócrita, pero debía conseguir mi objetivo. Mi plan de actuación estaba trazado, pero no contaba con un factor imposible de predecir.
    
    A la mañana del segundo día me levanté algo más tarde que de costumbre, quizás debido a las horas de coche o a la incomodidad de la situación. Lo primero que hice fue acicalarme un poco, la criada me dispuso una serie de toallas para mi uso durante la estancia (sólo faltaba el caramelito encima de la almohada). Utilicé el baño de la primera planta (en el sistema español sería la segunda) y luego bajé a saludar a mi abuela que encontrábase tumbada en una de las hamacas, próxima a la piscina.
    
    Mientras me acercaba distinguí otra figura, recién levantado nunca me pongo las gafas así que me costó desentrañar su imagen. Era una mujer de poco más de cuarenta años, pelo liso, corto y castaño, algo más rellenita que mi abuela, con las manos cubiertas de oro, vestida de blanco y con una espesa capa de maquillaje que le cubría todo ...
    ... el rostro. Me paré en seco y di los buenos días lo más cortésmente posible. Mi abuela me presentó a su vecina, ella se levantó de su lugar en la hamaca, me dejó sus labios rojizos marcados en ambas mejillas y volvió a sentarse mientras hacía un escrutinio de mi figura bajo sus gafas de sol de montura también blanca.
    
    Me retiré con la excusa de ir a desayunar algo y buscar mi bañador. Una vez en la cocina abrí la nevera en busca de algo que llevarme a la boca sin atender a la presencia de la criada. Mi costumbre era servirme yo mismo y eso hice. Mientras contemplaba la bien poblada nevera me di cuenta, aunque tarde, de que tenía mi miembro erecto (suelo levantarme con ese estado de ánimo) y que muy probablemente aquella mujer se había fijado en ello. En fin, de todas formas no le di demasiada importancia, probablemente no la vería más.
    
    Tras comer algunas palmeras diminutas y un gran vaso de leche, bajé nuevamente a la piscina con la intención de bañarme, olvidando por completo mi descuido durante el anterior encuentro. Por suerte mi vecina y mi abuela habían desaparecido, así que me tiré buena parte de la mañana en la piscina. Estaba a punto de abandonarla cuando vi salir a la peruana, probablemente a hacer la compra (¡la nevera estaba llena!). Al abrir la puerta se cruzó con mi abuela y su amiga que volvían. Ellas entraron y se dirigieron a la piscina. Yo me hice un poco el loco y me fui dentro de la casa para evitar más miradas de aquella mujer. No es que su persona me ...
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