1. LA HISTORIA DE ALICIA, CAP. 2


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... antemano. A veces se dice una cosa, que es cierta, pero luego las circunstancias la pueden modificar. ¿De acuerdo? --Conforme. Acepto la regañina, pero vayamos ahora a lo que tenemos por delante. Es jueves por la tarde y hoy tienen guardia y no vienen a dormir, así que podemos empezar el fin de semana hoy mismo, si no te parece mala idea. --Estupendo, Ali. Un día más, que procuraremos aprovechar al máximo. Inmediatamente me di cuenta de que había cometido otra imprudencia: al hacer mención a que tenían una “guardia” hice una referencia a algo que podía vincularse al trabajo de mis padres. Debería tener mucho más cuidado en el futuro. Menos mal que Ernesto no dijo nada al respecto. Nos dimos un baño después de comer, tomamos un poco el sol y a media tarde nos vestimos, cogimos el coche y Ernesto me dejó cerca de casa. --Coge solo la ropa imprescindible; no mucha, para que puedas meterla en una mochila; si te vieran salir de casa con una maleta despertarías sospechas. Voy a comprar algunas cosas que necesitaremos y te recojo a las ocho en el sitio de costumbre. ¿De acuerdo? --De acuerdo. Entré en casa y me encontré en el salón no unas botellas de ginebra, sino dos cajas enteras, unas botellas de vodka y otras de whisky, junto con una nota de mi madre y más de quinientos euros, en billetes pequeños. La nota decía: “Voy a tomarme unas pequeñas vacaciones; más o menos un mes. El jefe abre otro bar y quiere que me ocupe de controlar a las camareras. Estaré de un lado para otro ...
    ... mientras aprenden su trabajo. Te dejo bastantes vitaminas. Es para que cambies: cada día toma una clase distinta. Te irá bien acostumbrarte a variar. Te envío dinero suficiente para que compres comida o que vayas a comer a esos burger asquerosos que tanto te gustan. Llámame si necesitas algo más y procura hacer durar las vitaminas; no te las tomes muy de golpe ya que, si lo hicieras así, tendrás graves perjuicios y no sería bueno para ninguna de las dos –recuerda lo de Raúl-”. Preparé con prisa algo de ropa, la metí en la mochila y me fui a esperar a Ernesto, algo nerviosa por la aventura que iba a iniciar: pasar un fin de semana en la casa de un hombre mayor, separado, y los dos solos. Después de esto no seré una niña nunca más, pensé. También pensé que podría estar metiéndome en un buen lío. Es cierto que Ernesto siempre me había dado un trato muy cortés; nunca me había hecho insinuaciones en el aspecto sexual ni me hablaba con doble sentido, pero hasta entonces nuestros encuentros habían sido siempre en lugares públicos: playa, chiringuito, etc. Ignoraba cómo podría actuar conmigo cuando estuviéramos a solas, en su casa; quizá tuviera un comportamiento peligroso. Podría hasta intentar violarme, -¿qué haría yo si lo intentaba?-. No encontré respuesta para esas situaciones. Pero eran tantas las ganas que tenía de vivir esa experiencia, que no quise imaginar nada que pudiese estropear lo que a mis ojos era una aventura excitante. No lo pensé más. Cogí la mochila y salí de casa. ...
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