1. LA HISTORIA DE ALICIA, CAP. 2


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... Llegué puntual a la cita. Ernesto ya me estaba esperando. Subí al coche y partimos. Ernesto vivía no muy lejos de mi casa, como a unos cinco kilómetros, pero al otro extremo del pueblo, en un chalet grande y con un jardín bastante amplio, que rodeaba la casa. Entramos con el coche al sótano donde estaba el garaje y desde allí, por una empinada escalera, a la casa, que enseguida me enseñó en su totalidad. Era cómoda y muy funcional. En la planta baja había un gran salón, una salita de lectura, la cocina, una despensa, un dormitorio y un baño. Tres dormitorios más en la planta alta; el principal, con baño, vestidor y amplia terraza; los otros dos con aseo y ducha. El que yo iba a ocupar era muy coqueto. En el sótano estaban el garaje, amplio; una sala de servicio con las máquinas necesarias: lavadora, secadora, aire acondicionado y demás servicios, y lo principal: Tenía una hermosa sala de proyección con una gran pantalla y un fantástico equipo de cine y sonido –en adelante la denominaré “cine”-. Se accedía por una escalera algo empinada que daba a la despensa de la cocina. También se podía acceder desde el garaje. No había sillones sino cómodos cojines, repartidos por todo el suelo, que tenía una mullida moqueta. También había un equipo informático, todo conectado a la misma pantalla, -Ernesto es un gran aficionado al cine y a la música-. En una de las esquinas había una pequeña barra de bar, mullida, con eskay y una puerta tras ella, que daba a un pequeño almacén y a un ...
    ... amplio aseo. Todas las paredes estaban cubiertas de estanterías, abarrotadas de CD, DVD, y vídeos. La sala contaba con una suave iluminación, que podía graduarse en intensidad y estaba completamente insonorizada, de forma que a ella no llegaban ruidos procedentes del exterior y los producidos dentro de la sala serían inaudibles para quien estuviese fuera. Una vez vista su casa me dijo que me arreglase. Saldríamos a cenar a un centro comercial cercano y luego iríamos al cine, si no me parecía mal. Acepté muy contenta el plan. Cenamos en una hamburguesería, cosa que me gusta mucho; luego un enorme vaso de helado y pasamos a una sala de cine, en la que proyectaban una película muy divertida. Al salir del cine tomamos otro helado y volvimos a su casa. Era ya madrugada: casi las dos. Yo nunca había estado fuera de casa hasta tan tarde y se me hacía todo nuevo. Al llegar a su casa Ernesto calentó un vaso de leche y me dijo que me lo tomase para que me relajase y durmiese bien, porque era muy tarde y al día siguiente teníamos muchas cosas que hacer. Subimos al piso de los dormitorios y nos fuimos cada uno a nuestra habitación: Ernesto al principal y yo al mío. Me desnudé y me metí en la cama, pero no conseguía conciliar el sueño. Ernesto se había portado muy bien conmigo; no había intentado nada deshonesto, pero la nueva situación, las emociones del día y la falta de mis copitas de ginebra hacían que estuviera inquieta –no había bebido nada desde que acabé el “agua” en la playa, por la ...
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