1. El tiempo pasa


    Fecha: 17/08/2017, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    El tiempo pasa
    
    A mí Rebeca —Beca— me sigue pareciendo una mujer excitante. De hecho, me pongo cachondo cuando la miro, me fijo en sus curvas, hoy en día mucho más generosas que hace años, y recuerdo con añoranza los tiempos en los que el sexo nos unía casi a diario y gozábamos, reíamos y lo pasábamos francamente bien saliendo como amigos y, fundamentalmente, amantes. Cierto es que han pasado veinte años o cosa así y ambos hemos tenido diversos avatares, incluidos los sentimentales, pero me sigue pareciendo una tía buena, sí, de cincuenta y tres años, dos menos que yo, pero que tiene un polvo detrás de otro. La sigo deseando e intento hacer todo lo posible para follar con ella.
    
    La vida da muchas vueltas y si bien por medio de terceros nunca hemos dejado de saber el uno del otro —nuestros respectivos matrimonios, cada uno tuvimos una única hija, varios cambios de puesto de trabajo, algún ascenso, los malditos divorcios alrededor de los cuarenta y cinco años, algúnrollete más o menos conocido por ser con gente de la misma empresa, y el reencuentro de ambos en la misma unidad comercial en la que nos conocimos en su día— la verdad es que perdimos por completo el trato de caliente amistad que mantuvimos durante varios años. Me llevé una gran alegría el día que me incorporé a mi nuevo destino y allí estaba Beca, tan simpática y guapetona como siempre.
    
    —Armando, buenos días, ya sabía que venías hoy. Yo llevo aquí una semana
    
    Dos besos, una amplia sonrisa, confianza ...
    ... —nuestras respectivas manos en la cintura del otro— risas y la confirmación ante el resto de compañeros de nuestro conocimiento y amistad desde mucho tiempo atrás.
    
    La he estado observando todo el día desde mi despacho. Me gusta. Sí, ya no es una treintañera, pero yo tampoco. No es muy alta, morena de piel, cabello muy negro que lleva peinado hacia atrás en media melena levemente ondulada, ojos grandes oscuros, muy expresivos, nariz recta, labios rojos gordezuelos y en todo momento una expresión simpática en su cara. Hombros anchos, espaldas ya un poco cargadas, le sobran algunos quilos porque tiene tripa y su culo, siempre grande y llamativo, hoy es más grande y más llamativo todavía. Me sorprenden sus tetas, que parecen bastante más grandes que aquellas redonditas y más bien pequeñas que casi conseguía meter enteras en mi boca o con las que Beca intentaba hacerme pajas cubanas ayudándose de manos y boca, poniendo muy buena voluntad. Sus muslos y piernas siguen siendo finos y musculados. Joder, me excito mirándola y recordando los polvos fabulosos que nos echábamos. Era una mujer caliente, siempre dispuesta al sexo y a satisfacer al hombre que estaba con ella. Eso no lo ha perdido, seguro.
    
    Es costumbre que los nuevos jefes que llegan a un departamento inviten a unas cañas —y lo que crean conveniente— a los empleados que están directamente a su cargo, el primer viernes tras su llegada. Hoy invito yo a una veintena de trabajadores, incluyendo a Rebeca, jefa de las secretarias de ...
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