Vacaciones originales
Fecha: 17/08/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... me gusta.
El nivel de los quejidos de Chusa ha subido, la fuerza de su abrazo es mayor, está con los ojos cerrados, la boca muy abierta, y de repente, un grito algo más fuerte y alto indica que ha llegado su orgasmo. Son muchos segundos los que dura su corrida, constante, hasta que se apaga también de golpe, dejo de notar en la polla los espasmos de la vagina, como si fueran leves pellizquitos, que me dan el plus necesario para correrme, alzando la voz en un grito corto y fuerte, estirando todavía más el cuerpo, tenso, duro, tieso, vaciándome de leche de hombre. Durante mi placer Chusa me sigue abrazando, ya sin fuerzas, y noto claramente su respiración aún alterada, hasta el momento en el que salgo de ella, me tumbo a su lado, quedamos juntos arropados con una manta y descansamos recuperando el resuello. Como siempre, un beso suave en los labios y una caricia en el rostro es el final del polvo.
Cuando Chusa se corre sin apenas masajear su clítoris, sólo por la acción de mi polla, goza de manera muy intensa, se queda enseguida fuera de juego, cansada, dormida, satisfecha. Ya no hay más sexo por hoy.
Veo que son dos las lumbres de los porros que se distinguen desde donde nos observan. Pilar tira el cigarro, se pone de pie y le acompaña Luisa, su amiga de toda la vida. Antes de descender por la escalera las dos mujeres se besan en la boca, largamente, lascivamente, juntando ambos pubis, acariciándose mutuamente el culo, mirando hacia dónde estamos. No creo que sea mi ...
... mente calenturienta. Me voy a quedar dormido, así que levanto a mi mujer antes que cojamos frío y nos vamos al dormitorio.
Hemos llegado a un oasis de película. El guía nos lo ha dicho en el desayuno, pero no esperábamos algo tan impresionante, ha merecido la pena a pesar del viajecito de más de dos horas en camello por zonas ardientes, completamente desérticas. Se trata de una estrecha franja de terreno que rodea una laguna semicircular del tamaño de una piscina bastante grande, que aflora tres o cuatro veces al año, todo ello circundado de arbustos y plantas verdes, además de un par de docenas de palmeras. No está habitado por losharatines —pueblos nómadas que suelen ir de oasis en oasis pasando largas temporadas en cada uno de ellos— y sirve de aprovisionamiento de agua, sombras y descanso para los pocos turistas que nos aventuramos por aquí y, por supuesto, para las bandas organizadas de contrabandistas.
Hemos pasado toda la mañana tumbados tomando el sol entre sombras, bañándonos, dándole con ganas al hachís y comiendo la docena de excelentes platos distintos que dos calladas mujeres nativas han preparado. He querido interesarme por las recetas, pero nada dicen, ni a mí ni al guía. Es hora de una siesta, así que nos vamos distribuyendo bajo las palmeras.
No sé qué tiene este hachís, pero a mí me pone cachondo, me da el puntito tontorrón de siempre, pero también me da ganas de sexo. Me acerco a Chusa, beso el lóbulo de la oreja que tengo más cerca, pego la polla a ...