Ari: Prisionero de Mi Piel I
Fecha: 27/09/2025,
Categorías:
Transexuales
Tus Relatos
Autor: EntreLineas, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... se aceleraba como si estuviera cometiendo un pecado, y sin embargo había una dulzura inevitable en el gesto.
Esa tarde, el sol entraba con fuerza por la ventana de mi habitación. Yo había terminado un informe y, con la casa vacía, decidí darme un regalo: un conjunto de lencería nuevo que había comprado en secreto. Me lo puse lentamente, sintiendo el roce de la tela contra mi piel blanca, tan suave gracias a las cremas que usaba cada día. Me miré al espejo: mis piernas torneadas, mis caderas generosas, mis voluminosas y redondas nalgas, y mis pequeños senos resaltaban bajo la luz. Por un instante, me sentí hermosa.
Pero en medio de esa ilusión, olvidé un detalle: la cortina había quedado entreabierta.
Me moví frente al espejo, giré apenas, y de pronto escuché una voz desde la calle, profunda, burlona, que me heló la sangre:
—Wow… qué mujer más hermosa — dijo un muchacho desde la calle, con un tono seguro y burlón.
Me quedé paralizado. ¿Había dicho eso en serio? Mi corazón empezó a latir como loco. No podía moverme, no podía ni respirar. Era como si el mundo se hubiera detenido en ese instante.
—Eh… esto… —tartamudeé, intenté correr hacia la ventana para cerrarla, pero fue demasiado tarde, la misma voz volvió a sonar, grave, con una seguridad que me intimidó hasta la médula:
—¡Hey! No te escondas —gritó él, con esa voz grave que parecía rebotar en todo el barrio—. Quiero conocerte.
Mi rostro se encendió en un rojo intenso, las ...
... manos temblaban. Yo, que siempre había vivido en la sombra de mi timidez, había sido descubierto. No por cualquiera, sino por él…
Me quedé sin palabras, sin saber qué hacer. Su presencia, aunque a la distancia, tenía algo magnético. Al día siguiente, no podía dejar de pensar en él. Me enteré de su nombre: Jordan.
Tenía apenas 19 años, pero su presencia era tan grande que me hacía sentir y ver diminuto. Era lo opuesto en todo a mí. Medía 1.90, pesaba 85 kilos y su cuerpo, formado por la calistenia, el boxeo y el gimnasio, imponía respeto. Era el típico chico problema: apuesto, altanero, burlón, seguro de sí mismo. Su voz grave resonaba como la de un militar y su presencia intimidaba a cualquiera. Mujeriego, sabía cómo manejarse con las mujeres: era atrevido, manipulador, las seducía y luego las dejaba, pero nunca sin aprovecharse antes de ellas. Todas hablaban de él, todas lo deseaban; y cuando pasaba por la calle, las miradas lo seguían inevitablemente.
Dos mundos distintos, dos realidades que parecían no tener nada en común. Yo el muchacho frágil que vivía ocultando su feminidad, y Jordan, el joven corpulento y atrevido que desbordaba virilidad. Pero el destino o quizá un simple descuido mío que entrelazo nuestros caminos de una forma que cambiaría nuestras vidas para siempre.
Yo con el miedo grabado en mi piel, no podía dejar de pensar en la voz que me había llamado “hermosa” temblaba solo de recordarlo.
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