experiencia en un circo - Relatos Eróticos

experiencia en un circo

... tentación que no sabía si debía resistir o aceptar. Edgar, siempre atento a mis estados de ánimo, notó mi distracción.

—¿Qué pasa, Elsye? —preguntó, su voz suave. —¿Alguien te ha dicho algo?

—No es nada —respondí, pero mi mente ya estaba en otro lugar. En el escenario, en las manos de Jorge, en la promesa de algo más.

—¿Quieres hablar de ello? —preguntó Edgar, su mano rozando la mía.

—No —respondí, apartando su mano con suavidad. —Solo necesito pensar.

 Jorge había visto algo en mí, algo que ni siquiera yo sabía que estaba allí. Y ahora, no podía dejar de pensar en lo que podría pasar si aceptaba su oferta.

Cuando finalmente llegamos a mi casa, me despedí de Edgar con un beso rápido en la mejilla. —Gracias por traerme —dije, mi voz distante.

—¿Estás segura de que estás bien? —preguntó, su mirada preocupada.

—Sí —respondí, forzando una sonrisa. —Solo necesito un poco de tiempo para mí.

no dejaba de pensar en jorge. Su sonrisa enigmática aún estaba en mi mente, una promesa de algo más, algo que no podía ignorar. dgar se fue y yo ya no pude esperar mas y Envié un mensaje a Jorge con las manos temblorosas, mi corazón latiendo con una mezcla de nerviosismo y anticipación. No podía creer que estuviera haciendo esto, pero algo en su mirada, su edad, en la forma en que me había observado durante el espectáculo, me había hecho sentir deseada de una manera que nunca antes había experimentado. La respuesta llegó casi de inmediato, y una sonrisa se dibujó en ...

... mi rostro al leer sus palabras. “Hola, sí, es en serio. Claro, te puedo ver mañana antes de la función”. Mi pulso se aceleró. “Ahorita no puedes”, escribí, impulsada por una urgencia que no podía explicar. “Ahorita va a empezar la función de las 8, yo actúo como a las 9:30. Si quieres, venir”. No lo pensé dos veces. “Perfecto, llego en 5 minutos”.

El circo estaba iluminado con luces parpadeantes . Jorge me esperaba en la entrada, su figura alta y delgada . Cuando me vio, sus ojos se posaron en mí con una intensidad que me hizo sentir desnuda, a pesar de mi blusa y mi minifalda.

—Estás hermosa —dijo, recorriéndome con la mirada de arriba abajo—. ¿No usas sostén?

Me sonrojé, sintiendo cómo el calor subía por mi cuello.
—No traigo, pero si tú quieres, me iré a poner —murmuré, jugueteando con el borde de mi blusa.

Él sonrió, una sonrisa que me hizo sentir como si fuera la única persona en el mundo.
—No, por favor, así te ves espectacular.

Entramos al circo, y . Ahí estaba Luis, el dueño, con su presencia seria pero atractiva. Jorge me presentó con una confianza que me hizo sentir especial.
—Luis, mira, ella es Elsy. La estoy convenciendo de trabajar con nosotros.

Luis me extendió la mano, su sonrisa cálida pero cargada de una intensidad que no pude descifrar.
—Qué gusto, ojalá la convenzas.

Bromeé, intentando aliviar la tensión que comenzaba a formarse en mi estómago.
—Convencida yo ya estoy convencida, falta que yo los convenza a ustedes, jajaja.

José ...