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Don Chente III. El Viejo Mecánico.
Fecha: 18/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Tus Relatos Autor: Jessi696, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... tacones, me perfumé de nuevo y me acomodé la ropa, dejando que el escote revelara más de lo debido. Él seguía dormido. Me acerqué y me senté en el suelo, contemplándolo: su cabello entrecano, su labios gruesos, las arrugas que contaban historias en su rostro, su cuerpo fuerte aunque no joven. Sentía algo indescriptible en el estómago, una mezcla de deseo y adoración. Comencé a acariciarlo suavemente: su cabello, su rostro, su pecho. Él se despertó sobresaltado. -¿Qué pasó, Jessi? ¿Estás bien? -La verdad es que no, Don Chente -mentí, con una voz quebrada-. Mi novio me engañó. He estado muy triste esta semana. Se levantó y me abrazó, pero su abrazo no era de consuelo; sus manos presionaron mi espalda baja con intención. Me separé un poco. -Lo único que necesito es hablar con alguien susurré-. ¿Me permites ir al baño? -Claro, Jessi. Aproveché su ausencia para acercar el sillón a la hamaca. Cuando regresó, yo ya estaba sentada. Él se acomodó en la hamaca. -Me siento tan sola...necesitaba compañía, alguien de confianza. -Siéntate aquí, Jessiquita -me invitó, haciéndome espacio en la hamaca mientras él se recostaba. Su mirada recorrió mi cuerpo. -Te quiero hacer una pregunta... ¿estuviste aquí hace dos semanas, en la madrugada? -No sé de qué habla, Don Chente -dije con una sonrisa inocente. -Quizá solo fue un sueño-murmuró, mientras sus ojos se clavaban en mis piernas y mi escote. Sabía que me deseaba. La tensión era palpable. -¿Puedo ...
... acostarme también?-pregunté. -Sí,claro. Me acosté a su lado y él me rodeó con su brazo. Sentí la dureza de su erección contra mi espalda. Me arquié ligeramente, frotándome contra él. Él deslizó una mano bajo mi blusa. -Esto es un error-dije, levantándome de repente. -Ya lo hemos hecho antes, Jessi. ¿Qué cambió ahora? Lo de nosotros es solo esto, y lo sabes. Lo miré con picardía. -Es un error hacerlo así, mi Chentito. Lo tomé de la mano y lo guié hasta el sillo Me senté sobre su regazo y sin perderle la vista, comencé a desabrochar mi blusa. Tomé sus manos y las coloqué bajo mi falda, guiándolas hacia mi vulva, ya empapada. Un gemido escapó de mis labios. Luego me levanté, le di la espalda y, con movimientos lentos, me bajé la falda hasta mostrarle las nalgas. Eso fue lo que colmó su paciencia. Se levantó, me empujó suavemente contra el sillón y, arrodillándose en los reposabrazos, introdujo su verga en mi boca. -Chúpala, mi amor. Quiero que la sientas toda. La tomé con mis labios y comencé a chupársela con avidez, ahogándome con su tamaño, soltando gemidos que vibraban en su piel. -¡Aggghhh!Ya no puedo más, Don Chente. -Qué rico la chupas, Jessiquita. Ahora veamos cómo la chupas tú. Me abrí de piernas y él se arrodilló frente a mí. Su lengua encontró mi clítoris con una precisión devastadora. -¡Ahhhhhh!¡Así, papi! ¡Qué lengua tan rica tienes! -grité, enredando mis manos en su cabello. Las sensaciones se acumularon hasta un punto ...