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Don Chente III. El Viejo Mecánico.
Fecha: 18/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Tus Relatos Autor: Jessi696, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... insostenible. -¡Ahhhhhhhg!¡Para! ¡Ya! ¡Por favor! -intenté empujarlo, mientras un orgasmo violento estremecía mi cuerpo. -¿Te gustó, Jessiquita? -Me encantó, Don Chente. -Ven a la hamaca. Allí, se puso sobre mí, alzó mis piernas sobre sus hombros y, sin preámbulos, me penetró. -¡Ahhhhhh!¡Así! ¡Así! ¡Qué grande la tienes! ¡Cómo la extrañaba! -Esto no es un sueño, mi amor. Tenía ganas de cogerte. -La última vez tampoco lo fue. Yo te cogí a ti. -Eres una niña mala-gruñó, incrementando el ritmo de sus embestidas. Gemía, arañando su espalda, perdida en la sensación. Cuando su ritmo decayó, le pedí cambiar. Me monté sobre él y cabalgué con furia, sintiendo cómo me llenaba por completo. -¡Ahhhhh!¡Qué rico te mueves, Jessi! gimió, mientras sus manos apretaban mis tetas y después se desplazaban a mis caderas, guiándome. La excitación me inundaba. -¡Voy a venirme, Jessi! -¡En mi boca, Don Chente! Se levantó de inmediato y, de pie, me introdujo su verga en la boca mientras se masturbaba para terminar de eyacular. Tragué su semen con devoción. -Mmmm,qué rica leche. -Abre la boca-ordenó. Abrí de par en ...
... par-. Aaaa, no hay nada. Buena chica. -Termina de limpiarla-dijo, metiéndosela de nuevo en mi boca mientras yo la chupaba, sintiendo cómo poco a poco perdía su rigidez. Me vestí con mi lencería y nos acostamos juntos en la hamaca. El agotamiento me venció y me dormí. Al despertar, una hora después, sentía algo dentro de mí. Eran casi las 4:30. -Chentito, ¿qué haces? -Perdóname, Jessi. Es que te ves tan rica con esta lencería... ¡Ahhhhh, voy a venirme! -¡Sácala! -Demasiado tarde.. -Mínimo déjame limpiártela-dije, y procedía chupar su miembro, ahora sensible, hasta dejarlo limpio. -Jessi,¿no te molesta? -Eres el único hombre que me hace sentir así. Quiero hacer una vida contigo. Esas palabras cambiaron algo. Me besó con una ternura nueva, un abrazo que prometía más que lujuria. Me llevó al baño, me bañó con cuidado y, después de vestirme, salí de su casa. En mi euforia, había olvidado que el amanecer se acercaba. Eran casi las cinco cuando, al abrir mi puerta, escuché un ruido. Miré hacia la casa de la vecina y vi una ventana cerrándose de golpe. Me metírápidamente, con el corazón en un puño, rogando que nadie me hubiera visto.