1. Ari: Prisionero de Mi Piel XIII


    Fecha: 04/11/2025, Categorías: Transexuales Tus Relatos Autor: EntreLineas, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X


    Todavía sentía en el pecho las palabras de mamá. Su mirada preocupada, sus manos temblorosas sosteniendo las mías. Me había prometido a mí mismo que pondría un alto, que no dejaría que Jordan siguiera entrando como dueño y señor de mi vida.
    Me encerré en mi cuarto, respirando hondo, intentando concentrarme en el trabajo. “Voy a ser más fuerte”, repetía en mi cabeza. “Voy a marcar distancia. Ya no puedo seguir mintiéndole a mamá… ni a mí mismo”.
    El rugido de una moto rompió mi concentración. El corazón me dio un vuelco.
    —No… —susurré.
    Escuché la llave entrar en la cerradura. La copia. Esa que yo mismo le había dado. La puerta se abrió, se cerró de golpe. Pasos firmes, seguros, que se acercaban hacia mi cuarto.
    Yo me quedé congelado en la silla, las manos frías sobre el teclado.
    La puerta se abrió sin que yo respondiera. Ahí estaba él. Jordan. Con esa sonrisa altanera, esa mirada que me desarma.
    —Hola, muñeca —dijo con su voz gruesa, como si nada más existiera en el mundo.
    —Jordan… no deberías estar aquí… —mi voz tembló—. Mamá sospecha… me preguntó por ti.
    Se rió. Un bufido corto, burlón.
    —¿Y qué le dijiste?
    —Que eras… mi compañero del trabajo. Que yo te capacitaba. —Tragué saliva—. Y que ya no estaba con esa… “chica” que me quitaba plata.
    Jordan se acercó despacio, mirándome de arriba abajo. Yo estaba en pijama: shorts cortos, medias hasta la rodilla, y mi polera grande que apenas disimulaba mis piernas. Sentí su mirada devorarme.
    —Eres buena para inventar, ...
    ... Ari. —Me tomó de la barbilla con sus dedos grandes y me obligó a levantar la cara—. Y mejor todavía para obedecer.
    —Jordan, en serio… no podemos seguir así. Mamá se va a dar cuenta. Los vecinos ya hablan…
    Él sonrió más, se inclinó hasta rozar mi oído.
    —¿Y qué? Que hablen. Que tu mamá sospeche. Yo soy el que manda aquí, ¿no?
    —No… —susurré, pero mi cuerpo ya temblaba, contradiciendo mi boca.
    Jordan me alzó de la silla como si no pesara nada. Sus manos en mis nalgas, sus brazos fuertes sosteniéndome en el aire. Me hizo colgarme de su cuello y me besó con una fuerza que me dejó sin aliento.
    —¿Quién manda aquí? —me preguntó entre beso y beso.
    Cerré los ojos, mi resistencia se evaporaba. Intenté responder con firmeza, pero salió un hilo de voz:
    —Tú…
    —Más fuerte —ordenó.
    —Tú… —dije, temblando.
    Me dejó caer en la cama, como si yo fuera solo un juguete suyo. Me recorrió con la mirada, sus dedos acariciaron mis piernas hasta erizarme la piel.
    Yo quería decirle que no, que mamá podía regresar temprano, que estaba arriesgando demasiado… pero no pude. Apenas lo veía encima mío, con ese cuerpo enorme, con esa seguridad que me aplastaba, sentía que no me quedaba más que rendirme.
    Cada caricia suya borraba las palabras de mamá de mi mente. Cada beso me hundía más en esa contradicción que me atormentaba: querer liberarme y, al mismo tiempo, no poder vivir sin él.
    Esa tarde, otra vez, me hizo suya. Y yo, otra vez, me dejé hasta perder el conocimiento por los orgasmos seguidos que ...
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