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Ari: Prisionero de Mi Piel XIII
Fecha: 04/11/2025, Categorías: Transexuales Tus Relatos Autor: EntreLineas, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... Jordán me daba. Al día siguiente me desperté temprano a esperarlo como todos los días, pero Jordan nunca vino, toda la mañana la pase con la sensación de vacío en el pecho y en la noche la pasé girando en mi cama pensando en él, lo extrañaba me hacía mucha falta, preguntándome por qué alguien de 19 años tenía ese poder sobre mí. Yo, que era mayor, que debía poner límites…me dormí pensado en él, al día siguiente me levante temprano a esperarlo, me bañe, me aliste para recibirlo con ansias, apenas escuché el motor de su moto afuera, mi corazón se encendió como fuego. Jordan entró sin tocar. Tenía la copia de la llave que yo misma, en un momento de debilidad, le había dado. Lo odié por un segundo. Lo odié por entrar así… y lo amé por lo mismo. —¿Otra vez en pijama, muñeca? —me dijo, recorriéndome con la mirada. Shorts pequeños, medias largas, polera ancha. Siempre decía que así me quería ver. Él cerró la puerta, echó el seguro y me acorraló contra la pared con solo dos pasos. Su sombra cubrió la mía, tan alto, tan ancho, que tuve que alzar la cabeza para mirarlo. Me levantó de la cintura y me sentó sobre sus brazos, como si no pasara nada. Mis piernas, débiles, se aferraron a su cuerpo por instinto. —Jordan, no… —susurré, más un gemido que una negativa. Él me llevó a la habitación. Mi cama parecía más pequeña cada vez que él estaba en ella. Me dejó caer sobre las sábanas y se inclinó encima, con esa sonrisa segura, la de quien sabe que va a ganar. Yo negaba con la ...
... cabeza, temblando, pero mi cuerpo ya lo buscaba. Cada roce de su piel contra la mía era un incendio. Intentaba apartarme, pero mis manos lo traicionaban, aferrándose a sus hombros, a su cuello, como si lo necesitaran más que al aire. —No me mires así —murmuré, intentando cubrirme el rostro. Él me sujetó las muñecas contra la cama, dejándome atrapada. —Te escondes porque sabes que me perteneces —susurró, rozando mis labios—. Dilo. —No… —apenas respiré. Su boca bajó por mi cuello y mis negativas se convirtieron en jadeos. El cuarto se llenó de sonidos que me delataban. Yo quería callar, pero cada beso suyo me arrancaba la voz. —Eres mía, Ari —me dijo entre dientes, con ese tono que no aceptaba réplica. Y en ese instante, dejé de resistirme. Una y otra vez, él reclamó cada rincón de mi piel, de mi respiración, de mi voluntad. La cama crujía bajo nuestro peso, como si supiera que guardaba un secreto prohibido. Al final, agotada, apoyé mi frente en su pecho. Su corazón latía fuerte, dominante, como si marcara mi propio ritmo. Yo debía ser la mayor, la que ponía límites… y, sin embargo, era yo la que me encogía, sumisa, bajo sus manos grandes. Me odié por ceder. Esa tarde me sentía todavía caliente, Jordan estaba tomando un baño antes de irse. Yo me encontraba enredada entre las sábanas, con la piel ardiendo y los labios marcados. Jordan ya estaba saliendo de mí casa, mientras yo ordenaba el cuarto, cambiaba las sabanas ya que estaban todas húmedas por nuestro sudor, mis ...