1. Malena 7: Nuevos Comienzos 4


    Fecha: 20/03/2019, Categorías: Gays Autor: relator23, Fuente: CuentoRelatos

    ... le apuntaba directamente. Ella temblaba, no sabía si de temor o de placer.
    
    Era un tipo muy alto y su pene le quedaba a la altura de su abdomen. Levantó la vista y lo miró a los ojos.
    
    -estás perdiendo tiempo, le dijo él mientras miraba el reloj que no se había quitado y que ahora constituía su única vestimenta.
    
    Leonardo –quince pisos más abajo- velaba y destapaba su segunda cerveza, cuando ella se arrodilló.
    
    -debe ser rápido -le dijo en el momento que tomaba el gran falo entre sus manos, que no lo abarcaban- y se lo fue metiendo en la boca.
    
    Él la miraba extasiado. Esa belleza...
    
    Ella mamaba, lengüeteaba y chupaba su cabeza con fervor…. Era grande y por lo tanto difícil de abarcar con su boca.
    
    -ven, le ordenó él suspendiendo las acciones.
    
    Tenía ahora otro plan.
    
    Ella se puso de pie: -¿qué hora es?
    
    -Ya vamos a terminar, tranquila.
    
    Le bajó el estrecho pantalón -con su fuerza hercúlea lo logró fácilmente- hasta sus rodillas.
    
    La acostó boca arriba sobre el escritorio, sus piernas colgaban, los contratos cayeron al piso. Él se ensalivó profusamente su enorme cabeza. Ella le dijo anhelante: -ten cuidado, por favor... sólo un poquito...
    
    Comenzó a enterrárselo, ella se retorció un poco para tratar de abrirse más, pero el cepo de su pantalón se lo impedía.
    
    El gran pene negro recorrió primero la abertura entre sus nalgas y se las apartó. Ella lo sintió cuando pasó rasante sobre su ano. Se metió en su raja y apartó sus labios mayores… se aposentó ...
    ... sobre la entrada a su canal.
    
    Ella cerró los ojos con fuerza y sin querer apretó su área perineal.
    
    Ella sentía esa gran arma -con todo detalle- preparándose para empalarla y partirla por la mitad.
    
    Le entró la cabeza: su gata chilló...
    
    Le entró un poco más: ella chilló y trató de detener su enterramiento colocándole sus deditos sobre su abdomen musculoso:
    
    -sólo un poquito...
    
    El detuvo el avance. Dentro, sólo tenía la cabeza, el cuello y unos dos centímetros de tallo. Suficiente para ella, se sentía atiborrada.
    
    El comenzó a moverse entrando y saliendo sin sobrepasar ese límite, ella se relajó: no la iba a matar.
    
    Comenzó a disfrutar del efecto que le producía el movimiento de vaivén de la pequeña parte del émbolo que le incrustaba sin sobrepasar la parte más externa de su canal vaginal.
    
    La cabeza entraba y salía. Su cuello, al ser de menor diámetro que la cabeza, producía que el músculo constrictor de su vulva se estirara y cerrara alternativamente produciéndole una placentera sensación que le llegaba al ano vía periné.
    
    Estaba gozando mucho, se retorcía, bramaba e inconscientemente impulsaba su cadera hacia arriba en busca de una mayor cantidad de carne. Él la dejó hasta allí, a pesar de lo que ella le solicitaba con palabras y movimientos pélvicos.
    
    Eso que ella sentía ahora, era lo que -en el momento que veía la película pornográfica a escondidas de su hermano- su cerebro adolescente, le indicaba que estaba pasando a la mujer que el negro tenía ...
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