1. Mi hermana Julia - 6 -


    Fecha: 21/03/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... Ese día llevaba una falda a media pierna, acompañada de una blusa blanca. Estaba tan radiante y magnífica como siempre, pero su falda al sentarse a la mesa le quedaba a medio muslo, muy por encima de sus rodillas. La contemplación del inicio de sus muslos me excitó y mi cabeza empezó a darle vueltas a una idea bastante loca. Mis padres seguían enfrascados en intentar convencerse mutuamente de lo muy hipócritas que resultaban ser todos nuestros parientes cercanos; para ellos era como si nosotros no estuviésemos sentados a la mesa. Nos ignoraban olímpicamente. No nos dedicaban la más mínima atención. Revolví un poco los restos de mi plato de paella, y dejé los cubiertos sobre la mesa. Mi mano izquierda descansó sobre la servilleta y rápidamente deslicé la derecha sobre el muslo izquierdo de Julia. La pillé justo en el momento de tomar otro bocado y se atragantó del susto. - Cof… cof… coooof… -tosió Julia- Mis padres la miraron, extrañados. - ¿Te has atragantado? preguntó mi padre, mientras mi mano ascendía por la pierna de Julia buscando el borde de su falda. - No, cof… no, no es nada. cof… cof. ejem… es que he pillado algo picante -y bebió un trago de agua-. Mi mano ya había alcanzado el límite de su falda y empezaba a introducirse debajo de ella; noté su calor al contactar con esa parte de su piel. - ¿Picante? ¡Pero si la paella no lleva nada picante!, Julia. Yo subía lentamente mi mano por su muslo y al mismo tiempo arrastraba en mi movimiento su falda hacia arriba. - ...
    ... No sé, mamá; eso me pareció, por eso me he atragantado… ya está… ya estoy bien. De pronto mi mano quedó quieta al encontrarme con su entrepierna, fuertemente apretada, y percibí un ligero temblor en Julia. Mis padres volvieron a su aburrida monserga. En eso, habíamos acabado de comer la paella y pasábamos al postre. Mientras tanto, yo intentaba llegar a lo que suponía para mí el final de la comida… el fruto prohibido de mi hermana Julia. Cómo premio a mi constancia y persistencia había conseguido que Julia entreabriese algo sus piernas y mi mano había llegado ya a alcanzar la “zona prohibida”. Con mis dedos fui apartando como pude el borde de sus braguitas y le dediqué una mirada de reojo. Julia me miró a su vez. Creí adivinar una cierta interrogación y sorpresa en aquella mirada. De pronto noté que separaba más sus piernas, como si con ello quisiese alentarme y facilitar la tarea de apartar aquellas bragas que protegían su coño de extraños invasores. No tardé apenas en desplazarlas a un lateral. La mirada que Julia me dirigió era ya de una total complicidad. En cuánto el camino estuvo expedito y el primero de mis dedos pudo entrar bajo su prenda, el resto de mi mano siguió la misma ruta. Julia había continuado separando sus piernas y empezaba a estar casi despatarrada bajo la mesa. Su rodilla izquierda tocó mi pierna y mantuvo su presión en ella: Julia ya no podía abrirse más. A tú disposición, hermanito, parecía insinuar. Esa era la señal que me enviaba y que yo capté de ...
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