1. Mi hermana Julia - 6 -


    Fecha: 21/03/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... pensando en las pajas que he hecho a gente a la que quiero mucho menos que a ti, accedí y te seguí al baño; pero solo fue por curiosidad. Pensé que te vería meneártela, nada más; creí que eso no me afectaría en absoluto y tú quedarías satisfecho y así dejarías de presionarme con tantas preguntitas sexuales. Sin embargo me equivoqué de punta a cabo. Me afectó; y mucho más de lo que nunca imaginé. Ver tu polla, me subyugó desde el instante en que la expusiste a mi contemplación. Ya he visto un buen número de vergas y eso no debe extrañarte. Ya te he contado algo de mi historia. Pero tu polla, Luis, tu polla es diferente a todas. No es la mayor que haya visto, ni por longitud ni por grosor, pero es que, vista en un chico a punto de cumplir los 15, es algo fuera de lo común. Mejor que se te quede como está: muy bien en todos los sentidos. Si te siguiese creciendo mucho, podría ser un problema. Ya me has dicho que no quitaba los ojos de ella: es verdad. Desde que la vi se convirtió en lo único a lo que presté atención. Y, luego, cuando empezaste a lanzar toda esa cantidad de esperma pensé que, a pesar de haber estado tiempo con poca actividad, como me dijiste, tu producción de esperma es muy superior a lo normal. Y sé lo que es ver a chicos que se corren en cuanto les tocas. En cuanto fuiste a ducharte yo fui a mi cuarto y me hice una soberana paja rememorando todo lo que acababa de ver. Mi excitación no se aplacó con esa masturbación. Era tan intensa que ese día me masturbé ...
    ... otras dos veces más, pensando en ti. Desde entonces todas las pajas me las hago con el pensamiento de tu maravillosa polla escupiendo semen a raudales. No controlo mi imaginación. Reflexioné sobre ello y sentí que corría un serio peligro de crearme una grave dependencia de tu polla y quise evitarlo a toda costa. Es más, llegué a la conclusión de que ya tenía esa dependencia, porque ansiaba ver de nuevo cómo te masturbas. La mejor manera de evitarlo, me dije, era hacer que tú comprendieras lo disparatadas que son tus preguntas sexuales sobre nosotros, o al menos que bajaran de intensidad. Pensaba que mientras tanto se me pasaría el calentón contigo. Por eso anteayer, cuando tus acusaciones de cortada, miedica y cobarde porque no entendía que entre verte yo a ti y verme tú a mí no había ninguna diferencia y saber que, en realidad, yo estaba loca por volver a ver tu polla, en contra de lo que te decía, reaccioné de esa forma brusca, violenta, rabiosa y descontrolada. Acababas de poner en evidencia mis contradicciones y no quería dar mi brazo a torcer. Era duro. No quería reconocerlo. Fue como la pataleta de un crío pequeño al que cuando no le dan lo que desea lo paga con la primera cosa que encuentra, aunque sea el juguete que más le gusta, y lo tira contra la pared. Y no me interpretes mal, Luis: tú no eres un juguete para mí; ni mucho menos. Lo del crío no es más que una metáfora. Bueno, luego ya viste lo que pasó y cuánto lo disfruté contigo. - Gracias, Julia. De verdad que pasé ...
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