1. La sumisión de tía Viviana


    Fecha: 24/03/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... volvería a intentar hacer algo tan bajo. Una parte de mí se alivió mucho, después de todo, no haría nada malo, y por ende, seguía siendo una buena persona.
    
    Fuimos al living. Y conversamos un rato más mientras la ropa se lavaba. Me indagó sobre mis supuestas novias, y me preguntó dónde me gustaría trabajar. En un momento se fue a sacar la ropa y a poner más.
    
    Yo fui a hacer pis. Me encontré con que mi sexo, si bien estaba blando, había largado bastante presemen, por lo que el glande aparecía pegajoso, y con un vello púbico atrapado en esa viscosidad. Me limpié con el papel higiénico. Me reí de mi mismo, sin terminar de creer la locura que estuve a punto de hacer. Luego fui al lavadero, donde estaba tía Viviana.
    
    —¿Van a venir a cenar el próximo finde? —le pregunté, sólo por dar conversación.
    
    —Sí. —respondió ella, escueta.
    
    —Qué bueno. —dije. Y como siguieron varios segundos de silencio agregué.— ¿Se llevan bien con el tío Gastón, no?
    
    —No. —Contestó, tajante.
    
    Me sorprendió su sinceridad. Los adultos no suelen confesar esas cosas a sus sobrinos de dieciocho años. Se me ocurrió que, si me había respondido, fue porque estaba dispuesta a hablar del tema, por lo que continué con mi interrogatorio.
    
    —¿Se pelean mucho?
    
    —Sí.
    
    —y… ¿por qué?
    
    —No le gusta que los hombres me miren en la calle. Dice que a veces me visto como puta. —dijo, dándome la espalda, mientras miraba girar la ropa que había puesto a lavar.
    
    —No tenía idea de eso. Es una pena. No ...
    ... merecés que te traten así. Vos sólo sos una mujer bella.
    
    —Sí. —se limitó a decir ella.
    
    —Además… vos nunca lo engañaste ¿no?
    
    —Varias veces. Pero él sólo se enteró de una, y nunca me perdonó.
    
    No daba crédito a tanta sinceridad. Me quedé pensando un rato, hasta que recordé el vaso de coca.
    
    —Tía ¿dónde dejaste el vaso de coca que te serví?
    
    —Lo lavé y lo guardé.
    
    —Entonces… ¿tomaste la gaseosa?
    
    —Sí.
    
    ¡Era increíble! Cuando ya me había olvidado del asunto me vine a enterar que se había tomado la burundanga, y no sólo eso, por su extraña actitud, de sinceridad brutal, parecía indicar que la droga ya hacía su efecto.
    
    —Tía… mirame. —dije, probando mi primera orden.
    
    Ella tardó un par de segundos, pero volteó a mirarme. Tenía las pupilas dilatadas.
    
    Debía pensar seriamente en lo que iba a hacer a continuación. Decidí seguir probando algunas órdenes simples como esa, hasta decidirme a hacer lo que tenía ganas de hacer con ella.
    
    —Tía, acercate. —Ella lo hizo, parándose frente a mí.— vení, seguime. —Me siguió hasta la cocina.— Necesito que hagas algo por mí, ya que estás acá. —Tía Viviana tenía los ojos vacuos, como si estuviera en su propio mundo.— necesito que le quites el polvo a la parte de arriba de esa alacena. —dije, señalando el mueble.
    
    Busqué el plumero y acerqué una silla frente a la alacena.
    
    —Podés subirte acá para limpiar.
    
    —Está bien. —dijo ella. Parecía más dormida que despierta. Su cuerpo se movía lento, como si se desplazara en la ...
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