1. Confesiones entre una madre y su hijo


    Fecha: 27/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Crusnik, Fuente: CuentoRelatos

    ... Sus gemidos iban en aumento. Le bajé las bragas, la incliné sobre la mesa, levantando su culo en pompa mientras se la clavaba en su coño de forma rítmica, mientras le susurraba cosas tiernas al oído, hasta que unos minutos después me corrí dentro. Mi mamá cayó desfallecida sobre la mesa besando su cuello.
    
    Era muy excitante. Por lo que una erección afloró nuevamente. Sin que recuperara el aliento, le abrí la bata, le abrí las piernas y se la clavé sin más. Podía oír los sonidos de su encharcado coño, el cual era muy apretado. Apretaba mi pene como un puño. La mejor sensación del mundo: el coño hambriento, húmedo, caliente y apretado de mi madre era la gloria. Sus pechos botaban al compás de mis arremetidas y su respiración.
    
    -Gracias amor, fueron sus palabras y me besó.
    
    Me había cogido a mi madre y le había encantado.
    
    CARMEN: Hace muchos años que no había cogido. Me levanté temprano para preparar el desayuno. Sin que me diera cuenta mi hijo se acercó por detrás y empezó a susurrarme palabras dulces mientras me besaba el cuello y orejas.
    
    -Relax, mamita. Te lo haré despacito. Tú solo ...
    ... disfruta.
    
    Acariciaba mi cuerpo de tal manera que mi cuerpo pulsaba. Cuando me la clavó fue la sensación más excitante del mundo. No había sentido nunca tanto placer, nada más existía en el mundo más que sentir un orgasmo. Era como si fuéramos una misma persona. Podría ser que antes de que naciera formábamos una misma persona y en ese momento nos unimos nuevamente. Me corrí. Un río de fluídos y semen se deslizaba por mis piernas. Pero antes de que me recuperara, me puso boca arriba y me la empezó a clavar. Mis fluidos salían como un manantial, no podía controlar mis gemidos y quería más, más rápido. Mis manos cogían sus nalgas para acompasar la cogida. Estaba en éxtasis siendo clavada por esa hermosa verga. Ver la cara de mi hijo mientras me arremetía hasta que ambos nos corrimos y cayó sobre mi cuerpo. Su pene se iba poniendo flácido, pero no quería que lo sacara. Mientras bebía de mis tetas como cuando era un bebé.
    
    Sabía que el incesto estaba mal, pero esa experiencia fue deliciosa y quería repetirla nuevamente. Al recuperarme y pensar más normalmente, mi moral y mis instintos entraron en disputa. 
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