Siempre Lulú
Fecha: 27/03/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Mamaceando, Fuente: CuentoRelatos
... fueron. Ya doña Mari me dijo que tenía una última oportunidad. Y necesito trabajar.
—Ok, está bien, pero cálmate.
Me senté en la cama y ella al alado mío.
—Hace mucho que no te veía, ¿qué paso contigo?
—Me embaracé, justo del novio de Laura, y no me lo perdono. Luego papá se fue y mamá enfermó.
—¿Entonces, tienes un hijo?
—No, al segundo mes de embarazo lo perdí...
—Bueno bueno, y entonces dime, ¿qué quieres que hagamos?
—No... No sé... No podría.
—Sabes que doña Mari siempre está mirando, esos espejos tienen doble fondo, y siempre está al pendiente, para que no pase nada raro.
—Sí, justo así fue como entró cuando vio que no paraba de llorar.
—Entonces algo tenemos que hacer.
Por mucho que me hubiera impactado verla, no dejaría pasar esta oportunidad. Fue mi sueño durante años.
—Mira, relajate y vamos poco a poco, sí en algún momento no puedes o sientes que es demasiado paramos y yo hablo con doña Mari. ¿Te parece?
No respondió, sólo asintió con la cabeza. La abracé y la coloqué en mis piernas, podía sentir como se le crispaba la piel y comenzaba a temblar, unas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y yo enseguida reaccioné, besándole cada gota que salía de sus ojos cerrados.
—Tranquila, estás conmigo. No te preocupes, no te voy a lastimar.
Ella sólo asentía, y mis besos fueron recorriendo sus mejillas, el mentón, su cuello, hasta llegar a sus labios. Esos pequeños y rojos labios de mis mejores sueños, poco a poco se abrieron ...
... y comenzaron a recibir mi lengua. Mis manos fueron bajando, de sus hombros a la espalda, luego a su cintura, hasta llegar a sus nalgas. Levanté su falda y pude sentir por fin ese culito hermoso entre mis manos. Dejé sus labios y descendí con mi boca hasta encontrar sus tetas, redondas y firmes. Unas deliciosas tetas jóvenes. Mi lengua jugaba con sus pezones mientras mis manos se ocupaban de buscar su sexo.
Cuando sintió que uno de mis dedos entraba en ella, dio un pequeño respingo. Pero, guardo silencio y con los ojos cerrados se dejó llevar. La recosté en la cama y fui bajando aún más con mis labios hasta encontrar ese tibio paraíso, para mí un manjar prohibido por años. Mi boca se fue llenando de su sabor, y mi lengua ahora disfrutaba de su clítoris, podría haber estado así por días, lo juro. Volví a bese sus labios y le pregunte.
—¿Estás lista?
Me miro a los ojos y asintió. Me coloqué un preservativo y fui entrando en ella poco a poco. Su gesto de dolor, su angustia, me hacían estar cada vez más excitado. Cuando por fin estuve dentro por completo me abrazo. La besé y le dije al oído —Yo te voy a cuidar niña. Entonces comencé a balancearme entraba y salía suavemente, y Lulú emitía tímidos gemidos, que fueron subiendo de volumen al mismo tiempo que yo subía la intensidad de mis embestidas. Hasta que por fin de manera furiosa chocaba contra ella. Este tipo de cosas no pasan todos los días, y sí seguía así acabaría en cualquier momento. Así que bajé un poco el ritmo y ...