1. El semental de confianza


    Fecha: 28/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... y que me cojas toda la noche”, agregó.
    
    “¡Ah cabrón!”, contestó el sorprendido albañil. “Me tendré que venir más temprano entonces”, dijo.
    
    “Mmmm… no”, dijo ella. “Vente a la hora acostumbrada, así se recargan estos”, agregó, mientras acariciaba los enormes testículos de Ramón.
    
    “Te voy a exprimir, papacito”, le dijo al tiempo que le daba las llaves de su auto. “No olvides que traes la espalda arañada, y piensa como le hacemos con el Choro…. Tráetelo”.
    
    “Mmmm… “, dijo Ramón, “se me hace que te lo quieres coger bandida”. Ambos se carcajearon.
    
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    Esperando que Ana hubiese poder cumplido su plan de dejar a los niños en casa de su mamá, Ramón llegó poco antes de las 10 pm.
    
    Entró a la casa, pasó por la recámara de los niños y vió solo las camas tendidas y todo en su lugar. Se frotó las manos, caminando a la recámara principal, escuchando voces de la televisión.
    
    Ella lo esperaba con solo un provocativo negligé, sobre la cama aún tendida, con una copa de champagne en la mano. Sus encantos claramente se transparentaban.
    
    Era notable: Ana había ido a un salón de belleza para resaltar aún más sus atributos y que su amante la encontrara bellísima, superando sus expectativas, para que la fecundara con solo mirarla. También se rasuró sus partes íntimas. Traía su caro perfume, dándole al aposento un discreto y fino aroma. Dos velas encendidas, luz tenue, y ropa de cama de satín blanco y negro hacían el ambiente inmejorable.
    
    “Pasa. Estás en tu ...
    ... casa”, invitó Ana a Ramón.
    
    Ella se incorporó. Ramón se acercó por un lado de la cama y la besó, sentándose junto a ella. Irradiaban calor. Como si no hubiera mañana, no podían esperar el momento para estar juntos. El breve tiempo sin su esposo había hecho estragos.
    
    Como si Ramón leyera su pensamiento, le dijo “con o sin tu marido, te hubiera hecho mía, hicieras lo que hicieras”. “Desde que eras una adolecente remilgosa y fresa, te me antojabas”, agregó.
    
    Luego se recostó a su lado, haciendo remembranzas.
    
    “¿Te acuerdas cuando me quedaba a velar la construcción de tus papás?”.
    
    “Si”, contestó ella. “Espero que no te hayas estado cogiendo a mi mamá”, dijo riéndose.
    
    “Ya te dije, necia. Ganas no me faltaron de tirarme a tu mamá y a tus hermanas, pero no se dio”, aseguró tácitamente Ramón.
    
    Ana se puso de lado, con la mano en su cabeza. “No sé por qué, pero me da la impresión que si te la cogiste… a mi mamá. La forma en que nos habla de ti y tu familia, como te protegía y te excusaba con mi papá… no sé. Pero si tú dices que no, pues es no, ¿verdad?
    
    “Te veía entrar enojada muy seguido, cuando te dejaba tu novio, el pendejo aquel, ¿Cómo se llamaba?”. “O se peleaban mucho o te dejaba bien caliente”, relató él, ignorando la insistencia de Ana sobre su mamá y él, dejando la estaca de la duda clavada en su mente.
    
    “Las dos cosas”. “Luis era un pendejo como tú dices. No tenía ojos más que para su maldito carro”, recordó.
    
    “Dame de eso que estás tomando”, comandó ...