1. El semental de confianza


    Fecha: 28/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... coger bien así!”, agregó.
    
    “Pobre bato”, contestó Ramón. “Con ese pitito que tiene, ni cosquillas te ha de hacer”.
    
    “¿Cómo sabes que la tiene pequeña?”, preguntó Ana.
    
    “Mi amor”, contestó Ramón, “si la tuviera de un tamaño decente no estarías aquí, debajo de mí ¿verdad?”.
    
    “¡Métemela más… toda, toda!”, le ordenó su patrona.
    
    “Preciosa, a menos que te meta los huevos”, contestó.
    
    Y “a la antigüita” se acentuaron los jadeos de ella al venirse y los de él, ante su inminente eyaculación”.
    
    “¡Ah, ah, ah, ah, oh…!¡aaayyyyy!”, gritó Ramón mientras ella se encontraba a medio orgasmo, sintiendo su caliente semen inundar su vagina.
    
    Respirando agitadamente, quedaron en silencio por unos momentos.
    
    “¿Otra veeeez?”, dijo ella.
    
    “¡Definitivamente me quieres hacer un bebé vergón!, ¿verdad pillín?”, agregó.
    
    Ana se rodó a su lado. Como animales en celo se miraron a los ojos. El en muda contemplación de su bella cara, mientras ella acariciaba suavemente su estómago. Sin decir palabra, empezó a mamarle el pene a su semental, como ella lo llamaba, disfrutando sus jugos y los restos de semen mezclados con ellos.
    
    Se trepó en el pecho de Ramón, poniendo sus nalgas en su cara, pero esta vez, el no hizo nada sino apreciar el trofeo que tenía a su disposición, cuando él quisiera.
    
    Ana mamaba con pasión el pene del albañil mientras pensaba que, a menos de un día de haberse declarado en celo por Ramón, su aventura llegaba a niveles peligrosos, pudiendo incluso haber quedado ...
    ... preñada por caliente.
    
    La bella señora no logró nada aparte de dejar con su boca el enorme pene impecable.
    
    Se levantó y se fue a dar una ducha, dejando al exhausto albañil tendido en la cama.
    
    Salió 15 minutos después. Ramón ya se encontraba trabajando.
    
    “¿Cuánto tiempo me has robado de mi trabajo eh?”, preguntó el, riéndose.
    
    Ana no contestó, simplemente le sonrió.
    
    “¡Espero que ahora si me dejes chambear!”, dijo el descarado y caliente albañil.
    
    “Saldré un momento a comprar unas cosas”, dijo ella. “Si suena el teléfono, contesta y toma recado por favor”, le pidió. Ramón asentó con la cabeza.
    
    Casi una hora después, Ana regresó. Faltaba poco para las cinco, la hora de salida de Ramón. El iría a su casa en el auto de la señora y regresaría alrededor de las 10 la noche de acuerdo con el compromiso con Eduardo.
    
    Ramón le ayudó a bajar las bolsas del auto y las puso en la cocina.
    
    “Anita, necesito que venga el Choro a ayudarme mañana para sacar este jale del techo”, le recordó el.
    
    “¡Claro!”, contestó ella, “aunque no se…”, agregó.
    
    “¿No sabes que, muñeca?, preguntó el albañil mientras se cambiaba.
    
    “¿No sabes si podremos culear agusto quieres decir?”.
    
    “Si”, contestó simplemente ella.
    
    “Mmmm.. “, dijo Ramón, “tienes razón”, acercándose por su espalda y acariciando sus bellos senos.
    
    Ana metió sus manos por detrás y empezó a acariciar su pene.
    
    “Veré la manera de que los niños se queden en casa de mis papás”, dijo ella. “Quiero amanecer contigo ...
«12...101112...»