1. El semental de confianza


    Fecha: 28/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... ruido.
    
    “Muy bien, Ramón se ha portado…. maravillosamente, nos cuida muy muy bien”, le aseguró ella a su esposo, mientras el caliente albañil bajaba su cremallera, empezando a sacudir su ya erecto miembro junto a su cara.
    
    Aguardó a que Ana dejara de hablar, y puso su enorme glande en su boca. Ella abrió su boca y empezó a lamer lentamente la bulbosa cabeza, calculando el momento en que dejara de hablar.
    
    “Es que me estoy comiendo una paletita”, dijo, al escuchar Eduardo cierta deformación en sus palabras.
    
    Al estar ella escuchando, Ramón le metió un poco más de su pene en la boca, tratando de hacer el menor ruido posible.
    
    “¡Claro mi amor, ese es el plan!”, dijo ella, en obvia referencia a su visita a Canadá para reunirse con su marido, “en unos días más podré saber más detalles”, aseguró Ana.
    
    Ramón la volvía a penetrar por la boca mientras ella seguía escuchando, sin poner desde luego mucha atención en lo que Eduardo decía.
    
    “Mmmm, sí, ajá… claro”, decía Ana, mientras Ramón insistía en acariciarla.
    
    “Te extraño”, dijo ella, “he andado muy deseosa de ti”, agregó.
    
    Pasó un rato en silencio, mismo que aprovechó Ramón para arremeter aún más su pene en la ardiente boca de ella, haciéndola tapar con la mano el micrófono”.
    
    Empujó a Ramón, al tiempo que dijo “¡Claro que no mi amor, ¿Cómo crees?”.
    
    “No, para nada”, dijo ella.
    
    “¡Ay amorcito, ¿Cómo se te ocurre insinuar que Ramón… ? ¡No lo puedo creer!”
    
    Era claro que Eduardo bromeaba con su bella esposa ...
    ... sobre actividad sexual con Ramón, pero sus carcajadas evidenciaron un final feliz de la conversación.
    
    “Además está espantoso el pobre”, le dijo Ana a Eduardo mientras miraba a Ramón y acariciaba su pene.
    
    “Yo también te amo”, dijo ella…. “y... tengo unas ganas espantosas de coger”.
    
    Ana escuchó un momento más a Eduardo, palabras seguramente cargadas de erotismo.
    
    “Chao” dijo ella y le tiró un beso, colgando el auricular.
    
    Ana tomó a Ramón de las caderas, y empezó a mamarle el pene al descarado albañil, sin mediar diálogo alguno. Ramón empezó a bombearlo en su boca con cierta prisa porque la esperaban.
    
    Ana le exigió al albañil que terminar en su boca de una buena vez. La cantidad de su semen, ya no tan abundante, fue devorada con facilidad por ella, sin siquiera manchar su boca o su cara. Con su cuarta dosis del día, Ana se incorporó, lo besó en la boca, y salió apresuradamente a casa de sus padres. El húmedo pene de Ramón quedó únicamente con rastros de su lápiz labial.
    
    “Cuatro veces…. ¡llevas cuatro!, dijo Ana al tiempo que mostraba sus 4 dedos. “¡Eres su semental!”, dijo ella sonriéndole, al tiempo que retocaba su boca en el espejo.
    
    “¡Más las que faltan, mamacita”, dijo él, “a ver quien acaba con quien! Pobre tu marido. Los cuernotes que ha de traer”. Le dio una buena nalgada cuando ella se levantó.
    
    Ana se volteó, acercó su cara a la de Ramón, y la escupió con provocativa pasión. El albañil se limpió su saliva con un dedo y se lo llevó a su boca, luego ...
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