1. Desvirgué al malandrito heterosexual – parte 2


    Fecha: 30/03/2019, Categorías: Gays Autor: alej97, Fuente: SexoSinTabues

    ... guebo, regué mi saliva por todo mi miembro y le puse la punta en la entrada del culo. Volví un poco y comencé a metérselo, cuando me detuvo con una de sus manos. — ¡Ay! Pero poco a poco, vale, que yo nunca he hecho esto, marico. — ¿Eres virgen? — ¡Ah, no! ¡Claro, guebón! — Si tú quieres paramos —dije, a sabiendas de lo que me diría. — No, no, no. Dale, yo aguanto. — Si va. Me escupí en el glande y seguí metiendo. Estaba súper apretadito, como supuse. Lo que me ladilla de quitarle el virgo a alguien es la paciencia que tengo que tener, ¡porque yo no tengo paciencia para cogerme a alguien con calma! Yo me armé de valor (y de ganas de coger jajaja) y seguí con lo mío. Mientras se lo iba metiendo poco a poco, le acariciaba las piernas, le apretaba las nalgas y le daba chupetones en la espalda, cosa que hacía se retorciera más, se excitara más y abriera el culo más. Me detuve por un momento. —No te pares, sigue. —Eso, así es que es. Te quiero ver perrita perrita. No respondió y me agarró con una mano la pierna para que se lo metiera más, y yo pensé: “Ahh, este quiere guebo, pues guebo le voy a dar”. Le quité la mano de mi pierna de un coñazo y lo tomé de la cintura con mis dos manos y se lo metí todo de un solo coñazo. Él, soltando un grito ahogado, intentó zafarse. — ¡Ay! ¡Ay! ¡Aaay! Ya, va, marico, sácalo. Sácalo. ¡Sácalo! —suplicaba con cara de susto. —No —me limité a responderle. —Anda, sácalo un momento. —Si lo saco te va a doler más cuando lo meta de nuevo. No respondió, ...
    ... pero su espalda aun seguí encorvada. Se le bajé de un golpe con la mano y se dejó hacer. Veía cómo aguantaba su dolor y después de unos segundos así, se lo saqué. Suspiró. Yo sonreí cuando me vio. —Marico, nagueboná, lo tienes demasiado grande —dijo, algo jadeando pero entre risas. —Ni tanto, deja tu show. —contesté. Lo agarré para ponerlo de nuevo en cuatro y no se dejó. —Dale pues. —Ya va, vale. —Dale, dale, dale. —dije, algo serio. Me vio y cuando se iba a poner en cuatro, lo acosté boca arriba en el asiento—. Así —ordené. Me encantaba esta posición porque podía tener sus piernas en mis hombros, y además, podía verle la cara de placer, o de dolor… Fue obediente y levantó las piernas lo más que pudo mientras yo le ensalivaba el guebo lo mas que podía, hasta que posó sus piernas en mis antebrazos y yo comencé a metérselo, y por fortuna, esta vez entró con mayor facilidad, él suspiró un poco y luego puso cara de dolor, de la cual hice caso omiso, mientras se lo seguía metiendo. A veces intentaba moverse hacia adelante, es decir, él se echaba un poco para atrás, pero yo lo agarraba de la cintura y lo traía de nuevo mí, para metérselo más. Me encantaba tenerlo así, porque no se podía zafar para ningún lado, ni a la izquierda ni a la derecha. Estaba indefenso. Uff. Al cabo de unos minuticos, el dolor se le calmó, o eso me decía su cara que reflejaba como suspiro y alivio. Entonces comencé a bombearlo un poco más rápido y abrió los ojos. Lo vi fijamente. —Así, así. Uff. Sí. — ¿Te ...
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