Atrapada en el engaño
Fecha: 07/04/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Armonic, Fuente: CuentoRelatos
... estuviera ciega como una niña y no quisiese reconocerlo. Podría ser su madre, en la oficina había muchas chicas más guapas yo era una mujer madura y con alguna curva que otra. Una tarde mientras tomábamos unas cervezas en la cafetería de siempre, con torpeza se me cayó una encima del pantalón. Me disculpé y me dirigí al baño para secarme sin darme cuenta de que me seguía en la misma dirección. Sonreí cuando me percaté de su presencia y entré en el baño con nerviosismo; me acerqué al lavabo y cogí papel para secarme, la puerta se abrió y para mi sorpresa fue Fernando el que entró, lo miré a través del espejo incrédula y sin saber como reaccionar.
-¡Estás loco!, ¿qué haces aquí?-
No contestó, se limitó a cerrar la puerta y abrazarme por detrás. Nunca antes había vivido una situación como esta; por un lado quise echarlo de allí por semejante insolencia, pero por otro mi mente lo había imaginado tantas noches que me encontraba en un encrucijada. Al oído empecé a escuchar los versos de Neruda que días antes le había confesado que eran mi fascinación; los recitaba tan bien que cerré los ojos para disfrutar del momento, antes de que pudiera darme cuenta tenía sus manos estrujando mis pechos, aquel momento era tan maravilloso que le dejé hacer. Cuando bajó su mano y la metió por debajo de mis bragas, el poema parecía cobrar fuerza, el calor inundaba mi cuerpo, notaba su polla contra mis nalgas incrementando el deseo. Aquello no estaba bien, débilmente le dije que nos podían ...
... ver, que los demás podían enterarse y eso no podía ser. No me hizo caso y siguió con sus palabras hipnotizantes. Sus dedos presionando mi clítoris y su mano aprisionando mi pecho provocaron rápidamente un delicioso orgasmo. Al acabar el último verso se marchó, al abrir los ojos y verme en el espejo me sentí extraña. Opté por marcharme de inmediato a casa en vez de seguir más tiempo allí.
Al llegar a casa me duché, las dudas llenaban mi cabeza, una parte de mi sabía que debía detener esta locura, que no estaba bien engañar a mi marido, que se estaba sacrificando para poder darme esta buena vida, estuve tentada a llamar a aquel joven para decirle que no se repetiría más. Pero mi cuerpo me decía lo contrario, me había sentido querida, había disfrutado como una adolescente que se esconde de sus padres, de ese momento y fuera bueno o no, quería más. Por cada argumento para dejarlo encontraba otro para seguir sumida en esta espiral que podría destruir mi matrimonio. Al final no haría nada, dejaría que el tiempo transcurriera y decidiera por mi. No fallé, el tiempo me fue llevando caprichoso a su manera.
Al día siguiente en el trabajo todo siguió igual, como si nada hubiese pasado el día anterior, eso por lo menos me restaba tensión y dudas. Quizás solo fuese una diversión o una chiquillada, los jóvenes de hoy solían hacer esas cosas a menudo los fines de semana. Yo simplemente me había portado como una chiquilla más al seguir el juego, mejor era dejar de pensarlo.
Dos días ...