1. La hermana arrecha de mi amiga puta


    Fecha: 12/04/2019, Categorías: Incesto Autor: dandar, Fuente: CuentoRelatos

    ... no sé… Primero, ella no es puta como yo; y si querés que la traiga, te va a costar… -sostuvo.
    
    —Bueno, pero ahora está soltera, y yo sólo quiero charlar… ¿Y qué querés?
    
    —Ocupar el dormitorio de noche también, por dos meses…
    
    —¡Hecho!
    
    “¡Vos si que sos tonto!”
    
    Silvana llegó con Marcela para cenar. Voz educada, inteligente, a los pocos minutos charlábamos toda clase de temas. Mi amiga se aburrió y nos dejó solos. Poco antes de medianoche, Marcela me dijo que ya era de irse. Pese al deseo de pedirle que se quede, la despedí educadamente.
    
    Una hora después llegó Silvana. “Yo cumplí, así que hoy quiero el dormitorio. Vos andá al sillón así hago entrar al chico que me levanté”, exigió. Obedecí. “Ah, mañana te cuento bien, pero te adelantó que mi hermana está encantada con vos…”, agregó.
    
    Al otro día, al mediodía, Silvana me dijo:
    
    —Hoy a la noche hagamos una juntada, invitemos tres parejas, yo vengo con un chico y traigo a Marcela.
    
    —¿Por qué parejas? Todos van a estar en sus historias, vos seguro que te vas a meter a mi pieza a culear, y tu hermana y yo vamos a quedar desubicados… - objeté.
    
    —¡Vos si que sos tonto! Haceme caso, te va a ir bien…
    
    El momento y lugar indicado
    
    Entonces, tal como conté al comienzo, a la hora de reunirnos, Silvana con su machito y las parejas amigas ya estaban cogiendo mientras Marcela y yo bailábamos en el living. Ella había llegado con un vestido corto infartante: de seda blanca calada y transparente, se veían el corpiño ...
    ... negro y tanga del mismo color. Sus tetas lucían espléndidas, como su cintura, culo, piernas.
    
    Sin embargo, temía fracasar.
    
    Bailando lentos con Marcela, evitaba estrechar mi cuerpo contra el suyo, tanto para no parecer zarpado como para no apoyarle mi erección. Entonces, tontamente, comenté:
    
    —Bueno, parece que somos los únicos que nos portamos bien…
    
    —¡Si!; ¡Qué lástima!... – respondió ella.
    
    Me aparté para mirarla, incrédulo ante sus palabras. Entonces fue Marcela quien se apretó contra mí y sus labios buscaron los míos. Su boca abierta, cálida, mi verga dura contra su entrepierna, lograron despabilarme. La abracé totalmente, poniendo mis manos sobre su cola, y bajando mi rostro a sus pechos los lamí…
    
    —¡Al fin! ¡Con todo lo que me contó Silvana de las veces que cogen o se pajean, ya estaba pensando que yo no te gustaba…!
    
    —¡Vos sos mucho más hermosa que Silvana! ¡Te deseo tanto que no sabía que hacer…! – sostuve, tras lo cual mi mano derecha buscó su concha.
    
    Encontré que las delgadas telas del vestido y la tanga estaban mojadas. Y no había pelitos, Indudablemente, las hermanas poseían la misma calentura sexual.
    
    —Esperame un momento, voy a tu dormitorio y vuelvo… -susurró.
    
    En menos de dos minutos Marcela regresó. Se abrazó a mí y llevó mi mano derecha hasta el fin de sus muslos. ¡Se había sacado la bombacha! Confirmé que su vulva húmeda estaba depilada. Ella por su parte bajó el cierre de mi pantalón, el boxer, y agarró mi pija, también mojada.
    
    Ambos ...