1. La hermana arrecha de mi amiga puta


    Fecha: 12/04/2019, Categorías: Incesto Autor: dandar, Fuente: CuentoRelatos

    ... queríamos coger. Rápidamente pensé en donde lo haríamos. No había donde, salvo tirarnos al piso del living, de mi dormitorio o del baño. La idea era gozar junto a tremenda mujer, escuchando sólo nuestros gemidos.
    
    Gritona
    
    Entonces giré el cuerpo Marcela, subí su vestido, apoyé mi pene en la exquisita raya de su culo sabroso y la conduje hacia el jardín, oculto apenas de la vereda por un ligustro de metro y medio de altura. Cerré la puerta de entrada y en el porche me arrodillé para dirigir mi cara hacia la deseada concha. Nariz, mentón, labios y lengua recorrieron los labios vaginales, muslos, ombligo, una y otra vez, hasta sentir la llegada de su primer orgasmo. En ese momento fui al clítoris. Y ella estalló.
    
    Comenzó a gritar, a las 2 de la madrugada, en el jardín.
    
    —¡Ay qué rico como me cogés! ¡Haceme bien puta! ¡Quiero pija!
    
    Temiendo alguna denuncia de vecinos, me levanté y empujé abajo a Marcela, poniendo mi verga en su boca. Cesaron las exclamaciones lujuriosas. La engulló completa, mientras sus manos se entretenían en tetas y vagina. Continuó retorciéndose, agitada por sus gozos.
    
    Sabía comer pija. Pese a ser aguantador, lo que sentía en mi glande, tronco, bolas, y ver como se acariciaba, podían hacer que acabara. Y deseaba metérsela.
    
    La aparté, levanté, conduje hacía la ventana de mi pieza y coloqué dándome la espalda. Su concha y mi pija estaban bien lubricadas, por lo que se la clavé hasta el fondo, mientras ...
    ... usé mis manos para recorrer tetas y culo.
    
    Empecé a darle suave, pero Marcela movió su cadera adentro afuera y contoneaba el culo en círculos, haciendo que cogamos salvajemente. Y nuevamente comenzó a gemir y gritar:
    
    —¡Si, si, si, reventame con tu pedazo, soy bien puta, me encanta la pija, llename hijo de puta!
    
    Intenté taparle la boca. Pero era riquísimo el gozo que sentía dentro suyo.
    
    Entonces empinó su culazo y gritando me ordenó:
    
    —¡Damela por el culo! ¡Rompeme el orto, soy virgen ahí! ¡Rompeme el culo con tu pijota!
    
    Ya no me importaron sus gritos. Mis dedos recogieron los jugos de la concha, los pasé por mi pene y su agujero trasero, separé los hermosos y firmes cachetes de su nalga, y entré en su ano.
    
    Marcela lanzó chillidos como de cerda, gritó insultos, y empezó a repetir:
    
    —¡Si! ¡Soy puta, reputa!
    
    Ambos nos detuvimos cuando abrieron las celosías de la ventana de mi cuarto. Marcela tuvo que retroceder, clavada en mi pija. Y Silvana asomó su cuerpo desnudo.
    
    —¡Mirá vos con la santa de mi hermana! ¡Sos más puta que yo!
    
    —¡Callate pendeja y dejame gozar esta pija!
    
    —¡Voy a acabar! – anuncié
    
    —¡Acabalé en la cara! ¡Quiero ver a mi hermana mayor enchastrada en leche!– pidió Silvana.
    
    —¡Si!, bañame con tu leche… - reafirmó Marcela.
    
    Saqué la poronga de su culo, hice que se arrodillase, y con Silvana mirando y mordiéndose los labios largué mis chorros de semen en el rostro de Marcela.
    
    (Continúa) 
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