Prohibido culear a las alumnas
Fecha: 20/04/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues
... agregó Geraldine. Así que para mí, el resto de la noche fue ver sexo lésbico desde la cama, con las ganas de saborearle esa cuca llena de chichí a Jessica. Se chuparon todo y se dedearon hasta la saciedad entre las tres. Pero, lo que me faltó esa noche fue solo para augurar algo mucho mejor después. Que ellas me vieran esa noche oliendo los pantalones orinados de Jessica, les dio la idea más linda de regalo para día del profesor venidero. En tan poco tiempo me volví una leyenda, un profesor culiador de alumnas, semental y dispensador de placer para adolescentes. “Prohibido culear a las alumnas” bromeaban los chicos. Estaba analizando cuánto tiempo sería prudente dejar el gracioso aviso allí colgado, antes que hubiera problemas. ¿Esa tarde, quizá? ¿Me arriesgaba a dejarlo hasta el viernes? Es más ¿por qué dilataba las opciones? ¿Por qué no admitía que me excitaba tener el letrerito ahí, sabiendo que el muñequito me representaba a mí y la muñequita a cualquiera de las estudiantes? - ¡profe Juanma! – entró Geraldine al laboratorio, tan de golpe que me despertó de mis fantasías. - Geral ¿quieres ver lo que hicieron tus compañeros? – señalé el aviso. - Ya lo vi. Muy gracioso, pero espero que no le hagas demasiado caso. - justo en eso estoy pensando, porque me gusta verlo ahí, pero no pienso hacer caso – vi la cara picarona de Geral, que se mordía medio labio al mirarme – por otra parte, ¿qué clase de ejemplo sería ese? Hay que seguir las normas. Ponte a comer alimentos – señalé ...
... los demás avisos – o a hablar por celular en el laboratorio a ver qué pasa. - bueno, entonces hay que respetar las normas – dijo, actuando resignación. Además se había parado derechita, con las piernas juntitas y las manos atrás. Como se veía tan adorable, la miré de arriba abajo y luego de abajo arriba, dejando escapar una sonrisa consentidora, cosa que solo se podía hacer con las del Monstari. Pero ella siguió jugando: - no me mire profesor, puedo demandarlo por acoso. “YO podría demandarlas por acoso, partida de calenturientas” respondí mentalmente. Pero en vez de decir cualquier cosa, me acerqué la pared y quité el avisito. Esto vale oro, y lo prefiero en un cajón de cachivaches que en la pared, porque no-le-voy-a –hacer-caso. Geraldine volvió a revelar esa sonrisa de ángel con ojos de diabla. - Uhy, ¿tienes cajón de cachivaches? ¡Qué masculino! Respondí con un sincero y sonoro “prr”. Me le acerqué y la besé. Ella reaccionó moviendo grácilmente sus brazos sobre mi cabeza. Qué manera de besar tan apasionada. Beso de negra. No dejaba de sonreír mientras besaba, lo sé porque estaba sonriendo enormemente antes y después de cada beso, por largo que fuese. En los meses que habían pasado desde la fiesta, la orgía con las tres chicas y la inolvidable meada de Jessica, yo había vuelto a estar con María José y con Geraldine alguna vez, y la pasábamos muy bien en el colegio. Generalmente aprovechábamos los momentos y espacios de soledad para tener incendiarias demostraciones de cariño ...