1. Prohibido culear a las alumnas


    Fecha: 20/04/2019, Categorías: Hetero Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues

    ... simplemente. Parecía salida de una revista de estilo. En mi cara podía leerse “dios mío” con total claridad. Ella, que había entrado inexpresiva y natural, advirtió mi asombro y se sintió obligada a decir - Esta mañana fueron las exposiciones de empresarial y… ¡cierra la boca! Empezó a andar hacia mí – yo quería venir en uniforme, pero… - agregó - no importa, mi amor, estás… luces… dios mío… Ella intuyó mis intenciones de ponerme de pie y me detuvo con un gesto. - no te preocupes, nadie va a venir a interrumpirnos. - ¿cómo sabes? - confía en ellas… YO soy tu regalo. Volví a intentar levantarme pero Jessica imprimió más fuerza en su gesto de “alto ahí”. Se paró en frente de mí. Cerró los ojos y relajó el rostro. Su aroma me empezó a enloquecer, tanto como la visión de tenerla ahí, con esa magnífica cinturita descubierta. La forma en que su dorso terminaba clavándose en esas caderas, me hacía querer maldecir, renegar o renunciar a la virilidad. Quizá la vida de un monje sería más tranquila. Qué abrumador éxito el de la naturaleza para hacer bellas y deseables a las muchachitas y débiles y hambrientos a los hombres. Bueno, podría ser peor, podría ser un reprimido o un solitario… pero no. Ahí estaba, otra vez con el paraíso derritiéndose en mi boca. Pero ¿cómo confiar en Geraldine y en Majo? ¿Qué garantizaba que nadie subiera al piso del laboratorio? El riesgo era demasiado, y en mi mente empecé a buscar palabras para detenerlo todo. No me sentía bien corriendo ese riesgo tan ...
    ... grande, siendo tan irresponsable. Incluso pasó por mí mente la idea que después de todo yo era mayor que ellas y debía reclamar el control, no dejarme manipular, no señor… - no digas nada – susurró y puso su índice sobre mi boca. Aunque adoraba el sabor de su piel, yo seguía empeñado en no dejarme dominar. El color de su voz era lo más afrodisiaco que existía para mí, pero no iba a dominarme. El susto en los baños había sido lo suficientemente educativo. Alisté las palabras en mi mente “Jessica, suficiente, salgamos de aquí, un curso viene…” La garganta de Jessica vibró como una campanilla y liberó el gemidito más adorable que yo haya oído. A continuación, empezó a orinarse. Sí, ahí, en sus pantalones negros, a veinte o treinta centímetros de mi cara, y yo caí de rodillas. El tono seco de su Jean empezó a oscurecerse en un circulito que creció desde el centro de su pubis. Ella volvió a gemir y a apretarse los labios. Parecía disfrutar mucho la micción. Se me salió un animalesco gemido y puse mis manos en sus nalgas y apreté mi cara contra su entrepierna. ¡Qué profesor, ni que adulto, ni qué responsable, ni qué hijueputas! ¡Los orines de Jessica, al fin, en mis labios, en mi cara, directo desde su vejiga, calientitos y vaporosos! Ella usó sus manos para apretar mi cabeza contra su pelvis. Yo, aspiraba con fuerza y relamía, para meter en mí el aroma y el sabor más ricos que probé en la vida. - tomé muchísima agua solo para ti – gimió. Ya tenía los pantalones mojados hasta que ...