1. Prohibido culear a las alumnas


    Fecha: 20/04/2019, Categorías: Hetero Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues

    ... entraban en las botas. La volteé y la doblé. Metí la cara entre sus piernas y me embriagué en su tierno chichí. Luego recorrí como sabueso sus pantalones mojados, hasta que casi los sequé. Era hora de ir por más rico néctar, directo de la sagrada fuente. Le desajusté la correa. - quítame primero las botas – rió. Me sentí como un idiota, pero no me detuve a pensarlo. Cinco minutos después, al fin sin botas, halé su pantalón. Ahí estaba ella, en sus calzoncitos empapados, sentada en el piso. Al quitarle el pantalón, un vaho de orina fresca invadió el laboratorio. La erección se me notaba a leguas. Antes del ritual de chupar vagina y por qué no, un poco de culo; y de taladrarla hasta reventar, me puse sobre ella y la besé en la boca. Había en mi cabeza una explosión pliniana de ideas. Una de ellas era, que quería ser especial para ella, no solo un profe que la cogió y se la echó. Su voz y sus orines significaban mucho para mí, más que haber tenido la cara entre las nalgas de María José y de Geraldine. Más que eso, sí señor. Creo que había empezado a enamorarme de Jessica. Le puse los pezoncitos como solía ponérselos, apenas asomados, y así la dejé todo el resto de la sesión. Me encantaba verle esos teteros saltando mientras le bombeaba verga por su orinada panochota, y ver su carita de placer, con el ceño medio fruncido y los ojitos cerrados. Después de terminar, jugamos un poco. Ella orinó en la canaleta del mesón para mí, orinó todo el avisito que habían hecho sus ...
    ... compañeros y me orinó la verga. Eso último, se convirtió en una efectivísima técnica para parármelo. Me la volví a comer ahí en el mesón. Me encantaba su vagina de vulvitas rozagantes y su pubis con pelitos suaves y orgullosos que miraban hacia arriba. Estaba calientísima y contenta, consentida. - ¿puedes orinar conmigo adentro? - no creo. - no importa, mi vida, no importa – y la seguí bananeando. Terminé. Terminamos. Otra vez estábamos jugando. Jessica me preguntó si yo querría orinarla. Pero la idea de orinar sobre ella no me parecía correcta. Yo sentía que ella era mi diosa y yo su vasallo. Que ella me bendecía con su champaña, y que ser digno de ella era una virtud incontemplable. - pero sí quiero que me des de beber – dije. Jessica me sonrió y me indicó con el dedo que bajara. Yo, me arrodillé. Acerqué mi boca al cálido y jugoso manantial. Ella se estiró la raja hacia arriba y después de unos segundos de espera, empezó a fluir su delicia. Mi boca se llenó en un segundo. El líquido estaba caliente y se sentía un poco más denso que el agua, ligeramente ácido y ligeramente graso. Lo palpé bien con la lengua, le di varias vueltas y me lo pasé. Le besé el coño, le palmeé la nalga izquierda y le dije - ¡dame más! Poco después habría de enterarme que María José y Geraldine habían maquinado toda la cosa no solo como un regalo para mí, sino para los dos, y cumplirnos la fantasía de hacerlo en el colegio. Se habían echado encima la responsabilidad de organizar la celebración del día del ...