Prohibido culear a las alumnas
Fecha: 20/04/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues
... entre las nalgas de una quinceañera con la piel lisa y monótona, cada músculo en su sitio y en el momento exacto de una explosión de colágeno, no tiene competencia. Es lo que la Naturaleza orquestó, o Dios, si así lo quieren; pero que la cultura censuró en medio de su miedo y estupidez. El impacto de la experiencia fue tal que solté los brazos con las palmas hacia arriba y los relajé del todo. Solo movía la lengua afuera y adentro con lentitud onírica. Ni siquiera me importaba no poder respirar. Los fluiditos de ella bajaban en pequeñísimas cantidades por mi lengua, y formaban charquitos entre la cara interna de mis mejillas y la dentadura. Sus pelillos me picaban los labios. El poquísimo aire que podía respirar, estaba impregnado de su ano. El aroma era seco. Pero también era muchas otras cosas, y yo aspiraba fuerte para catarlo bien, intentar memorizarlo y eventualmente usar el recuerdo para excitarme o describirlo. Parte de la idea que me enloquecía de placer en el momento era que estaba oliendo directamente, el culito de una jovencita que había tenido sentadita delante de mí en clase muchas veces, en uniforme, en medio de muchos estudiantes más, y en circunstancias que prohibían estrictamente todo contacto. Ni siquiera roce de manos, pero ahí estaba oliéndole el ojo del culo. Fuera distancia, fuera jardinera, fuera panties, ¡a la mierda prohibición! Y lo que veía, era hermoso también. Un contraste tenaz entre la distancia del techo, que veía desenfocado, y sus glúteos, ...
... sin distancia. Tenía que cerrar un ojo si quería enfocar sus nalgas y excitarme con la imagen, porque con ambos ojos veía doble. Que culo tan perfecto, ni la alimentación ni la gravedad se habían metido con él. Y estaba ahí, aplastándose contra mi cara. Varios minutos después, la visión cambió. María José decidió que ya había comido suficiente verga e irguió la espalda. Entre sus nalgas y el techo, apareció su espalda y su cabello cayendo sobre ella. Se levantó y me preguntó - ¿Todavía estás consciente? – rió. Se pasó el cabello sobre la oreja y me miró con los ojos encogidos por la risa. - estoy en el cielo – repuse. Ella pasó una pierna sobre mí y se abrió la vagina con dos dedos. Me encantó su imagen, ahí, encima de mí, agachando la mirada para dirigir el coito. De veras le gustaba tener el control. Agarró mi pene y lo metió muy lento dentro de ella. ¡Mamassita! Ahí abierta, esas piernas largototas, con los musculitos pulsándole… Empezamos a hacerlo. María José se mordía los labios mientras curveaba con fuerza el dorso para que yo me hundiera más en ella. Nuestros gemidos llamaron la atención de Geraldine y de Jessica: - Déjenos algo, Majo – dijo Geral. - no voy a dejar nada – se estremeció ella. Al decirlo presionó tanto que me hizo meter dos o tres centímetros extra de verga dentro de ella, que yo ni siquiera sabía que tenía. Majo siguió moviéndose así por varios minutos, sin dejar de mirarme a los ojos. Estaba colorada, sudorosa y tenía el cabello revuelto. Mi miraba con ...