1. El Motel


    Fecha: 23/04/2019, Categorías: Hetero Autor: Esteban Jonás, Fuente: CuentoRelatos

    ... ansiedad, el cuarto estaba casi sumido en una total oscuridad. Ella avanzó hacia la cama.
    
    —No te muevas—se escuchó una pastosa y decidida voz y, el frío de un metal estaba puesto en la sien de la mujer. — ¿Quién eres, qué quieres?
    
    —Soy la recepcionista del motel, señor. Quiero ser suya esta noche—respondió la chica, su cuerpo estaba frío de miedo; pero estaba decidida.
    
    La frase “quiero ser su mujer” estremeció a Gavilán, sabía que aquella mujer no mentía, llevaba tiempo conociéndola. No podía imaginar que haya sido usada por algún enemigo para asesinarlo; pero Gavilán era un profesional, vincularse con una mujer que él ve una o dos veces al mes podría poner en peligro su trabajo, peor aún, colocaba en peligro la vida de ella.
    
    Gavilán le llevaría unos segundos decidir, pero tales segundos parecieron horas de un sepulcral silencio. Ana Luisa se arrodilló frente él.
    
    — ¿Qué haces?
    
    —Quiero ser tu mujer, solo por esta noche—respondió la recepcionista y luego de ello empezó a tocar el genital sobre calzoncillo del hombre, el cual era una gran bestia que se empezaba a levantar, tal como un oso pardo que se levanta en dos patas.
    
    —Sí sigues te mato—dijo Gavilán en un terrible tono amenazante, el cual no dejó dudas en Ana Luisa que aquel hombre no estaba mintiendo.
    
    Ana se levantó asustada. Se arrepintió sobremanera por lo que acababa de hacer, un leve sentimiento de humillación por tal rechazo empezó invadirle. “Soy una estúpida y loca de mier…” pensó. Luego ...
    ... solo se le ocurrió decirle a Gavilán:
    
    — ¿Qué quiere para el desayuno, señor?
    
    —Te quiero a ti. Arrodíllate ahora mismo—ordenó el Hombre de Lentes y dio clic al interruptor de la luz.
    
    Por primera vez en meses, Ana Luisa vio los ojos de aquel hombre, eran negros como el azabache y penetrantes como una espada. Ana Luisa se arrodilló y ella misma sacó el miembro del hombre, colocó la parte superior de este en su boca, y con su lengua empezó a hacer una danza sobre la piel llena de terminales nerviosos del placer. El hombre desplegaba un olor a perfume mesclado con una fuerte dosis de testosteronas. Aquello que empezó a ocurrir no era amor, sino un acto sexual guiado por la lujuria. Ana Luisa no alcanzaba a meter la bestia erguida completamente en su boca. Gavilán se lo sacó de la boca y empezó a darle fuertes golpecitos con su fuerte rigidez.
    
    — ¡Es esto lo que quieres! ¡Dime!—exclamó Gavilán.
    
    —Sí papi, es esto lo que quiero—contestó Ana Luisa, recibiendo enérgicos golpecitos con el sexo del hombre en su rostro.
    
    Luego Gavilán la levantó y le pidió que se pusiera sobre la cama en la posición que usan la mayoría de los mamíferos del reino animal para aparearse. Ana Luisa obedeció, despojándose de sus ropas. Una vez ella en esa posición, su misterioso hombre le ordenó:
    
    — ¡Ábrete los glúteos!
    
    La recepcionista una vez en esa posición, abrió sus morenos y redondos glúteos, Gavilán sintió que su parte de abajo se puso más dura. Ella pensó que su misterioso hombre la ...
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