Tren nocturno
Fecha: 26/04/2019,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: HenryMiller, Fuente: CuentoRelatos
... salta como un resorte, la acaricia, la aprieta y la engulle. Mientras se la mama acaricia sus huevos. Él echa la cabeza hacia atrás.
—¿Te excitaría que nos viera alguien? —pregunta él.
—Creo que sí, pero tenemos bastante nosotros solos, ¿no?
Él la pone de pie y mete la mano entre sus muslos, apretando su coño por encima de las bragas. Ella se arquea, las piernas parecen temblarle. Como hizo ella antes, se arrodilla entre sus muslos y, apartando apenas las bragas, empieza a lamerle el coño. Le separa los labios y succiona su clítoris. Ella gime y empuja su cabeza.
—El primero me viene rápido —dice.
Él se excita con esa frase y pone todo su empeño, hasta que siente cómo los flujos le llenan la boca. Ella le pone de pie.
—Vamos al coche cama.
Entran entrelazados.
—Desnúdate para mí —dice ella.
Se sienta en el borde de la cama y apoya los codos, semitumbada. Le observa desnudarse. Se quita el bóxer por fin y queda totalmente desnudo. Ella se ha masturbado todo el tiempo.
—Quiero follarte sin que te quites la falda —dice él.
Ella se quita la blusa y queda en medias, tacones, la falda y la preciosa gargantilla de perlas. La pone en la postura del perrito. Frota su glande por todo su sexo, sin meterlo. Ella está desatada, moviendo culo y caderas desacompasadamente.
—Métemela. Dame tu ...
... polla.
La toma de las caderas y se la clava hasta los huevos. Se queda quieto dentro de ella y ella contrae los músculos de su sexo. Empieza a follarla mientras ella se masturba el clítoris.
—Eres un amante maravilloso —jadea.
—Y tú una amante obscena y elegante, como me gustan.
Ella encadena varios orgasmos, y los flujos le caen por los muslos.
—No te corras dentro, por favor. Dámela en la boca.
En el último instante, él se sale de ella y mete su polla en la boca. Bastan dos succiones para que eyacule largo y espeso. Ella lo traga mirándole a los ojos. Satisfecha.
Se tumban abrazados en la cama, jadeantes.
—Tengo en mi compartimento un camisón transparente, negro, precioso. Quiero que me lo veas puesto.
—¿Te acompaño?
—No. Voy a ir como estoy, y lo recojo. Me quito la falda, me lo pongo y vengo.
—¿Y el tipo?
—Si está despierto que se haga una paja —rio.
Te espero.
Ella regresó al poco. Preciosa. Rezumando sexo por los ojos y los labios. Los pezones marcados y el vello público transparentado.
—¿Estaba despierto? —pregunta él.
—Creo que sí, porque la mano se movía bajo el edredón.
—¿Te pone que se masturben pensando en ti?
—¿A quién no?
Y ella empieza una especie de danza a su alrededor, contemplando su polla de nuevo erguida, dura, preludio de otro polvo memorable.