Diario de un padre I (Sthefanía)
Fecha: 01/05/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: xverzo, Fuente: RelatosEróticos
Hola, mi nombre es Nicolás, tengo 42 años y el relato que les contaré es de cómo me follé a la amiga de mi hija y a mi hija.
Mi hija tiene 19 años y ya se ha marchado a estudiar en otra ciudad, lo que les contaré sucedió un año atrás, meses antes de que se fuera. Ella es una chica brillante, tiene una astucia para todo que sorprende a cualquiera. Siempre está haciendo algo, si no está estudiando, está inventando cosas en el patio, tiene algo de hiperactividad que tal vez heredó de mí. Además de eso, ha crecido muy guapa, aunque es bajita, tiene muy buen cuerpo, una cintura delgadita y un culo ancho, que hasta yo me lo quedaba viendo a veces, sus tetitas aún no han crecido del todo pero están redonditas y en su puesto, lo sé porque entre mi hija y yo hay mucha confianza y cuando entraba a su cuarto y se estaba cambiando la veía desnuda sin sentir el más mínimo pudor, incluso le ayudaba a escoger ropa.
En fin, ella es muy unida con su amiga Sthefanía, son uña y carne, cuando mi hija estaba en casa, era casi seguro que también estaba Sthefanía. De la misma edad, el mismo tamaño, el mismo físico, aunque sí es un poquito más gruesecita, y su tez de piel era moreno a diferencia de mi hija que es blanca como la leche.
Y hablando de leche, Sthefanía despertaba en mi cierta curiosidad y gusto. Ella estaba muy seguido en casa y mientras mi hija se cambiaba o se duchaba, ella conversaba conmigo en la sala y cuando era verano, solía venir muy ligera de ropas y sus tetas, mas ...
... grandecitas que las de mi hija, parecían salirse de su blusa y yo trataba de no desviar mucho la mirada. Con tanto tiempo en casa, empezamos a tener más confianza, a pesar de mi edad, no tengo nada de gruñón ni machista, los jóvenes hoy día andan como quieren pero... ¿Quién dijo que nosotros no fuimos así también?
Y hablando un poco de mí, soy moreno, en buena forma (al punto de no tener panza que ocultar), y estoy divorciado y tan buen padre que me quedó la custodia de Laurita, mi hija.
En los días posteriores a su graduación, Sthefanía estuvo más seguido en casa, incluso se quedó varias noches. En el patio hay una pequeña piscina que era su pan de cada día, todos esos días.
Una tarde, mientras preparaba la comida, entró corriendo Sthefanía y como estaba toda empapada, se resbaló y cayó al suelo dándose un gran golpe en la espalda. Enseguida dejé lo que estaba haciendo y fui a levantarla, tomándola por el torso. Ella se había puesto boca abajo y al alzarla, su cuerpo se resbaló en mis manos y cuando ya estuvo de pie, me di cuenta que mis manos estaban sobre sus tetitas y su cuerpo pegado al mío.
-¿Estás bien? -pregunté-
-Sí, sí. Está resbaloso aquí -me respondió entre risas-
-¿Segura? -insistí mientras mis manos resbalaban hacia abajo, a su puesto original- Te he oído caer muy fuerte.
-No, ha sido porque estoy mojada. A veces pasa. -Seguía riendo nerviosa-
-Vamos al cuarto para que te eches alguna crema, mira, hasta has cambiado de color.
-Pero si no ...