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follar a la vecina
Fecha: 04/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... Con mi otra mano empecé a meterle dos dedos por su coñito. Ella estaba completamente entregada, ya no suspiraba, solo gemía y me decía que quería más. Yo aparte mi mano con la que le estaba tocando el clítoris y la sustituí por mi lengua. Comencé a chupar y a follar con los dedos a aquel coño tan delicioso que me recompensaba con más y más flujos. Continué con aquella tarea unos cuantos minutos más. Ella cogía mis cabellos con fuerza y guiaba mi cabeza en aquella expendida comida de coño. Mi polla ya me pidió algo de acción. Me incorporé y le dije si ya estaba lo suficientemente excitada. Ella me dijo que la podía hacer lo que quisiera, pero que no parase de darla placer. Esas palabras fueron la gloria para mí. Tenía acceso libre para follarme a mi vecina con la que tantas veces había soñado y fantaseado en mis pajas. Sin más, me coloque entre sus piernas, coloqué la punta de mi pene en la entrada de su coño y se la fui metiendo poco a poco, lentamente, como si fuera la primera vez. Me quede mirándola y observe que tenía los ojos cerrados y que cuanto más iba entrando mi verga en su interior más se reflejaba en ella la satisfacción plena del sexo. Una vez la tuve completamente dentro me detuve un segundo para ver como reaccionaba. Su reacción fue inmediata. Me rodeó con sus piernas cruzándolas en mi espalda y me dijo que la follase como nunca me había follado a nadie. Comencé un mete saca lento pero fuerte y algo violento. Ella gemía como una perra y me pedía que fuera más ...
... rápido, pero yo no la hice caso y seguí con mis fuertes y lentas envestidas. Su cara de excitación y gemidos hicieron más efecto que sus palabras y por fin empecé a follármela con rapidez pero con la misma fuerza. En ese momento sus gemidos se incrementaron aún más y su cara era de completo placer. Mi polla entraba y salía de su coño a un ritmo continuo, y sus pechos bailaban ante mí hipnotizándome. Seguimos con ese ritmo desenfrenado unos cuantos minutos más, hasta que sus gemidos se convirtieron en gritos y me apretaba cada vez más con sus fuertes piernas de gimnasio. Era lo que precedía a un impresionante orgasmo con el que inundo su coñito de flujos. Después de estar en un desenfrenado polvo durante unos quince minutos, yo ya empezaba a estar cansado. Así que decidí cambiarme de posición. Me salí de su coño y me tumbé en la cama boca arriba al lado de ella. Se incorporó, se puso sobre mi, apunto mi pene de nuevo a su coño, y de un estacazo se lo metió otra vez hasta lo más profundo de su ser. Me cabalgó con locura. Yo acariciaba y magreaba sus preciosas tetas. Ella colocaba sus manos sobre mi pecho para ayudarse a follar más desenfrenadamente. En ocasiones arqueaba su espalda y me deleitaba con su escultural cuerpo en todo su esplendor. Sus gemidos me hacían ponerme a mil. Subía, bajaba y mi polla entraba como una estaca en su precioso coño. Me decía si me estaba gustando como folla la puta de su vecina. Yo le conteste que era una diosa con la que hacía tiempo que deseaba ...