Le fui infiel a mi novio y lo gocé
Fecha: 04/05/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: carmenmosqueda, Fuente: RelatosEróticos
... estuve afuera del coche aproveché para echar un vistazo y no había rastro alguno de que alguna persona estuviera siquiera cerca.
Estando ya los dos sentados atrás, Daniel comenzó a devorarme las tetas, a meterme mano de lo lindo otra vez, a besarme salvajemente y a llevar mis manos a la potente erección que mantenía. Por la intensidad del beso, nos acostamos sobre el sillón trasero del coche y yo quedé boca arriba y Daniel encima de mí. La sensación de su boca y de sus manos recorriendo todo mi cuerpo me puso caliente otra vez.
El hábil amante metió ambas manos hasta mis ingles por debajo del vestido y en cuestión de segundos sentí cómo bajaba mis medias de la cintura hasta la mitad de mis muslos. Yo lo dejé hacer, sabía que tenía todavía unos 20 minutos para portarme mal y no los iba a desaprovechar.
Después de darse cuenta que no oponía resistencia alguna, Daniel me dedeó de lo lindo entre mis jadeos y mis arqueos de espalda. Mi chico malo besó todo mi cuello y me susurró al oído:
— ¿La quieres otra vez, verdad? Yo sé que la quieres dentro otra vez.
Yo no respondí, sólo metí una de mis manos en su entrepierna para desabrochar su pantalón.
Cuando así lo hice, él se los bajó hasta los tobillos y lo mismo hizo con su bóxer. Otra vez el aire me llegó a la vagina pues mis medias siguieron a medio muslo y esta vez Daniel también bajó mi calzón a la misma altura. Sólo unos centímetros separaban su poderosa arma de mi panochita y yo ya estaba que me ...
... escurría.
El experto de mi amante se acomodó de tal modo que mis piernas quedaron sobre sus hombros, yo las abrí y las estiré tanto que sentí la punta de mis botines tocar el techo del coche. Sin problema, introdujo la punta de su verga en mi entrada y luego de un golpe la metió hasta el fondo.
—Aaahhhhhh, bebé— fue todo lo que dije.
Nuestras intimidades ya se conocían tan bien que no hubo necesidad más que de disfrutar el momento. Mis gemidos lo decían todo. Además la posición ayudaba a que yo sintiera su pene mucho más dentro de mí, y en cualquier momento pensé que su cabeza golpearía mi matriz.
En esas estábamos, cuando un mensaje llegó a mi celular. Daniel encima de mí tenía mayor campo de acción y le dije que sacara mi celular de mi bolsa que estaba en el asiento del copiloto. Paró un poco las embestidas pero nunca me la sacó, encontró mi celular y me lo pasó. Sin embargo a Daniel no le importó el pequeño altercado y siguió bombeándome. Abrí mi bandeja de mensajes y entre gemidos leí el mensaje de José Luis:
«Bonita, ya casi llegó. No sé dónde estés, pero vete despidiendo y encaminándote hacia el estacionamiento. Te amo».
Acabé de leerlo e inmediatamente dejé mi celular en el piso. No iba a tomarme la molestia de contestar en pleno gozo. Cabe agregar que Daniel ni me preguntó quién era y jamás dejó de aflojar el ritmo de su mete-saca mientras yo atendía mi celular.
Luego de esta pequeña molestia, me dediqué a gritar y gemir de lo lindo.
—Ay, ay, ay, Daniel, así ...