1. Anita de tus deseos (capitulo 3)


    Fecha: 21/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos

    ... hasta que me corrí en su mano tal y cómo me había anunciado. Me quitó la mordaza y dejó gotear los jugos de la mano en mi boca. Luego me introdujo los dedos para que se los limpiara. Me colocó nuevamente la bola y tirando de la cadena regresamos al interior de la casa.
    
    De nuevo en el salón, papa conectó la cámara a la tele, se sentó en el sillón y yo me coloqué de rodillas entre sus piernas y apoyé la cabeza en su regazo. Complacido me acariciaba la cabeza mientras repetía muy bajito: «buena chica» y «lo has hecho muy bien».
    
    —Vamos a ver cómo te has corrido en mi mano, —dijo papá cogiendo el mando de la tele. Desde mi posición, con la cabeza sobre el regazo de mi padre vi cómo me sacaba tirando de la cadena, cómo me paseaba por el jardín y cómo finalmente metía la mano en mi entrepierna y cómo que corría cómo una perra. Según pasaban las imágenes, una punzada de placer se instalaba en mi chocho e instintivamente comencé a rozar con la cara la bragueta de papa. Él sonreía complacido. Se inclinó y empezó a mover el plug. Después, con la otra mano comprobó que mi vagina comenzaba a estar húmeda de nuevo. Empecé a jadear y mientras papa aumentaba la estimulación yo lo hacía más. Entonces, de improviso, me dio un fuerte azote en el trasero que sonó nítido en toda la casa. Solté una mezcla de chillido y gemido que incluso a mí me sorprendió. Después del azote, papá me acarició la enrojecida nalga mientras yo seguía frotando su entrepierna con la cara. Llegó otro azote, y ...
    ... luego otro. Me quitó la mordaza, se sacó la polla, me la ofreció y la atrapé con la boca instantáneamente mientras una oleada de placer me recorría de arriba abajo. Finalmente, se levantó del sillón y seguí chupando de rodillas hasta que considero que ya era suficiente. No se corrió, pero sé que conseguía un placer indescriptible con la imagen suprema de la sumisión femenina, de la definitiva degradación de mi voluntad. Desde la altura me veía, arrodillada, atada, con las nalgas enrojecidas, una cosa metida por el culo y chupándole la polla mientras mis jugos resbalaban incontrolables por el interior de mis muslos. Definitivamente supo que me tenía controlada y le pertenecía.
    
    Dije que quería ir al baño. pero se negó. Me colocó de nuevo la mordaza y me dejó tirada en el suelo, en medio del salón babeando. Entró en la cocina y estuvo trajinando preparando la comida. Estuve aguantando todo lo que pude, pero al final no pude impedir que se me escapara un poco de orina. También me estaba cagando, y si no hubiera sido por el plug, no lo hubiera podido evitar.
    
    Cuándo mi padre salió de la cocina me encontró con una pequeña mancha de orina en la alfombra y una gran mancha de babas. Me incorporó haciéndome sentarme sobre el plug. Me quejé un poco mientras me abrazaba y se mojaba con los hilillos de babas que caían de mi boca.
    
    —Tranquila mi amor. No te preocupes: ya lo limpiaras, —me dijo mientras me acariciaba. Yo agradecía sus caricias y le miraba cómo hipnotizada. En mi mente se ...
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