1. Albertito 1


    Fecha: 23/05/2019, Categorías: Gays Autor: juanitocaminador, Fuente: SexoSinTabues

    ... y me decía "puto maricón". Damián se mantuvo al margen, tal vez por el miedo de correr la misma suerte. Me encerré en mi casa, me auto encarcelé en mi casa para expiar mi culpa, mi vida a los 11 años fue sólo casa-escuela, escuela-casa, y nada más. Los fines de semana eran eternos, mirando tele o leyendo. Decidí cerrar mi culo "para siempre" y se acabó mi vida sexual con Damian y sus invitados. Mi primo venía de tanto en tanto cuando tenía ganas de verga, todo muy aséptico, en total silencio se bajaba los pantalones, en total silencio se la metía, bombeaba, le acababa bien adentro, se levantaba los pantalones y se iba, yo ni siquiera le tocaba la pija, la pija era veneno. Pero no pude castrarme para siempre y lo que soy y siempre fui comenzó a despertase, primero un toque, luego una paja, y a los 6 meses ya Damián me estaba rompiendo el culo como siempre, eso sí, nunca más con invitados, él y yo solamente. Además de Damián, que venía por interés, un solo amigo, Daniel, amigo de los buenos, venía a casa a visitarme, siempre supo que yo era puto y de hecho alguna vez nos habíamos tocado un poco. Me invitaba a ir a su casa, a salir a algún lado, pero yo no quería siquiera salir a la calle para no encontrarme con los pibes de la barra. Él frecuentaba otro grupo de pibes, de un par de cuadras más lejos y tanto me insistió que me llevó a ese grupo, donde nadie sabía de mi incidente con Víctor. Me aceptaron de inmediato y fueron desde entonces mis grandes amigos de la ...
    ... adolescencia. Éramos 7 pibes de entre 12 y 15, Además de Daniel y yo estaban dos de los hermanos Medina, Marcos y Carlos, Manuel, Ricardo y Alberto. Todos pibes muy sanos, todos bien "hetero" y todos bien pajeros, como no podía ser de otra manera a esa edad. La felicidad volvió a mi vida, estaba de vuelta con amigos, de nuevo podia charlar, reir, jugar a la pelota o pasar horas en la esquina mirando pasar las pendejas, comentando babosos cómo le habían crecido las tetas a Graciela y hablando boludeces. Claro, mi lado oscuro seguía tan vivo como siempre, y mis encuentros con Damián eran cada vez más intensos. A medida que íbamos creciendo, se iba desarrollando nuestra líbido y de las simples mamadas y cogidas animales fuimos pasando a las caricias, los mordiscos, los roces y los gemidos. Cuando se la mamaba, me desesperaba de tal manera, sentía tantos deseos de poseer esa pija, que en un momento tenía que dejar de mamar para abrirme de nalgas y rogarle por favor, casi llorando, que me la enterrara. Con cada empujada me hacía gemir de placer y eran tan grandes mis deseos que lo tomaba de las nalgas y lo empujaba contra mi para que su pija me entrara hasta los huevos. Cuando me tocaba de activo, me arrodillaba detrás de él y le besaba cada centímetro de sus bellísimas nalgas, blancas, lampiñas, perfectas, con ese pequeño lunarcito oscuro. Luego se las abría, me sumergía entre las dos colinas, y le mamaba el agujerito con la misma pasión con que le chupaba la pija, Damián también gemía ...
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