1. Elena (A.C.) - mi masoquista


    Fecha: 24/05/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... sentimiento: deseo.
    
    —Ven y cómetela – le ordené – pero quiero que te masturbes mientras lo haces.
    
    Ni presta ni perezosa se hincó sobre la cama y cumplió la orden mientras su otra mano hacía lo propio. ¡Vaya que delicia! Era buena en el glorioso arte de la felación. Me estaba dejando llevar, presa de mis suposiciones que en un momento estaría por confirmar. Y tomé su cabeza con una de mis manos y comencé a empujar. Mi sorpresa fue tal cuando ella se resistió. ¿Acaso no era una masoca? Intenté varias veces, pero obtuve el mismo resultado. Al parecer no le gustaba que se la metieran hasta el fondo de la garganta. Triste, aquella sensación es muy gratificante para un hombre.
    
    Tras unos diez minutos de una rica mamada, la obligué a ponerse como una perra y me enseñará ese par de gloriosas nalgas. No existía en el mundo mejor culo que aquél. Le solté un fuerte tortazo y escuché un leve gemido. Por ese lado íbamos bien. Sin más, penetré de un solo envite su encharcado coño y ella gimió como toda una puta. Al instante, la percibí moverse hacia atrás y hacia adelante. Vaya que quería que la cogiera. No la hice esperar y comencé con un movimiento frenético. Mientras lo hacía, de vez en vez le soltaba una fuerte nalgada que, por lo que me indicaban sus gemidos, ella agradecía.
    
    En lo particular, no hay nada más delicioso que coger a una mujer, mientras se le azota el culo y, lo que es mejor, que ella lo disfrute.
    
    Alterné los ritmos con que nos movíamos. Primero rápido, ...
    ... después normal y al final lento. Una y otra vez; tras unos veinte minutos ella se movía sola de un modo frenético. Yo intentaba ralentizar el movimiento, pero no me dejaba. Cuando noté sus nalgas enrojecidas, me incliné hacia ella para aprisionar sus senos y noté algo: ella misma se azotaba sus bamboleantes tetas.
    
    Eso fue el golpe definitivo para mí, que, al notar aquello, me vine e inundé su ser con mi cimiente. Le solté una nalgada fortísima para finalizar y salí de ella con la verga morcillona. Los dos jadeábamos, pero pude ver una sonrisa en su rostro. Nos quedamos en silencio hasta que nuestra respiración se normalizó. Me acerqué a ella y la abracé. Ella se volvió hacia mí y me miró contenta.
    
    —Gracias – me dijo.
    
    —Gracias a ti mujer. Ese ha sido uno de los mejores polvos que he tenido en muchísimo tiempo.
    
    —¿De verdad? – inquirió Elena
    
    —“De veritas, de veritas” – le respondí sonriendo y agregué – Pero hay algo que quiero saber…
    
    —¿Qué cosa? – me preguntó
    
    —Antes de que me viniera, noté algo… ¿Te estabas golpeando tu misma las tetas? – pregunté con todo el tacto que me fue posible.
    
    —Si… - me respondió apartando la mirada
    
    —Eso quiere decir que… - me aventuré a decir y ella evitó mi mirada - ¿Te gusta el dolor?
    
    —Un poco… - respondió avergonzada.
    
    Cuando admitió eso, no puede hacer otra cosa más que sonreír. Aquello era lo que estaba buscando después de tanto tiempo… ¡Qué buena ventura! La atraje a mi pecho, sintiendo como mi virilidad comenzaba a ...
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