1. Emilio (El tío Benito)


    Fecha: 24/08/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    ... con él.
    
    - ¡Que!, ya vais a empezar la fiesta, ¿no?
    
    Pepe miró al espejo retrovisor, y le guiñó un ojo.
    
    - ¡Hay que calentar motores, niño!.
    
    Aparcaron muy cerca, del club; y nada mas entrar, unas cortinas de terciopelo rojo, situadas a la derecha, daban paso a una salita, a modo de recepción.
    
    Benjamín, apoyado sobre el mostrador del guarda ropa, leía una revista de investigación, por puro entretenimiento. Pero, en cuanto vio entrar a Benito, lo dejó y se dirigió a él.
    
    - ¡Buenas tardes! D. Benito…
    
    - ¡Hola!, ¡buenas tardes!… ¿que haces aquí?
    
    - Es que, D. Prudencio me ha pedido que vigile la entrá; hoy tenemos un invitáo especial... y no quiere sobresaltos.
    
    - ¡Ah!... ¡perfecto!. ¿Somos muchos?
    
    - De momento, solo seis…
    
    ... y Vds, ¡claro!...
    
    - ¡Está bien!. Pero, nosotros queremos un reservado, ¿no?; y miró a Pepe.
    
    Pepe asintió con la cabeza…
    
    - Les parece bien el número 3.
    
    - ¡Perfecto!
    
    Entraron en el bar, y vieron a Cesar, el chico del chiringuito, en compañía de Prudencio y Antoñito, que en la barra; uno aun lado y otro al otro, se lo estaban trabajando mientras tomaban algo. Algunos curiosos, sentados en la mesa de al lado miraban atentamente sus maniobras.
    
    - ¡Coño!, mira quién está ahí, dijo Pepe…
    
    Emilio se alegró de ver a ese machote, de tan buen porte allí. Sabía que a pesar de ese semblante tan serio, era un tío completamente accesible; y además, guapísimo.
    
    - ¡Bffff!… ¡madre mía!... ¡que rico está el condenáo!. ...
    ... ¡Mira!, ¡mira!... como le tocan el culo
    
    Pruden y Antoñito se mantenían bien pegaditos a él; y lo manoseaban con absoluto descaro…
    
    - ¡Se están bebiendo los primeros cubatas!, dijo Benito… y se les ve a gusto, ¡eh!…
    
    El chico recibía las caricias sin inmutarse. Y Pruden, ya había empezado a tocarle el rabo. Antoñito, sin embargo se había movido un poco para colocarse detrás de él y acariciarle entre la piernas, jugando con la raja del culo, presionandola de arriba a abajo. Y cuando vio que Pruden le empezaba a besar en el cuello, le cogió de los huevos y metió la cara entre las nalgas.
    
    Simón, que estaba mirando el percal, en la mesa de al lado, levantó la mano para que Benito le viera.
    
    Y Benito se acercó a él.
    
    - ¡Ya veo que hoy traes muy buena compañía, eh!.
    
    - Es mi sobrino, que ha venido a pasar unos días con nosotros. Luego te lo presento.
    
    - ¿Y porque no ahora?
    
    - ¡Emilin!. Así le llamamos nosotros; y solo tienes que mirarlo para darte cuenta de que es un ejemplar poco corriente. ¿Verdá, Pepe?
    
    - ¡Encantáo!; y le echó mano al paquete…
    
    … yo soy Simón, cogiéndole la mano y llevándosela junto a la bragueta.
    
    Emilio, miró a su tío.
    
    - ¡Niño!, estás en confianza. Aquí venimos tos a lo mismo; y le cogió de los hombros para comerle los morros delante de todos.
    
    Y cuando Pepe vio esto, aprovechó para acercarse a los dos, y tirando de las caderas del chico, arrimarle la cebolleta entre las nalgas; y demostrarle a la mesa, que el chico era de ellos. 
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